miércoles, octubre 22, 2003

La edad de Cristo

Hoy cumple 33 años Edith . Si Pitágoras no miente (y no miente) ya llega a 28% de su vida lo que llevo junto a ella. No parece tanto expresado así en porcentaje. Pensando en lo que ella es en mi vida y lo que sé que soy en la suya es un ejercicio absurdo sacar ese número. Pero me pone en perspectiva. Me dice claramente que sólo el tiempo construye. El amor es voluble y tosco (y delicioso), el tiempo da y quita, pone y asigna, reparte y se lleva. Por eso le festejo su cumpleaños. Porque ella es su tiempo entendido. ¡Y ese entendimiento lo comparte tan generosamente!

Decía el Comandante Jerjerrod en el libro que se hizo de El Regreso del Jedi que la prisa era para los hombres que no estaban donde querían estar (Jerjerrod era el encargado de la Estrella de la Muerte). Mundanamente (terrícolamente?) una amistad regia me regañaba: "Armando, porqué siempre con prisa? la prisa no es elegante". Y no, nunca me ha importado un carajo verme elegante (MENTIROSO! si no porqué me casé con Edith?) pero lo que sí es cierto es que no me preocupa mucho lo que se diga de mi actitud corporal (para eso visto bien, para esconderla). Siempre anduve con prisa. No entendía al tiempo.

Y en eso llegó Edi, que, en honor a la verdad, hay mil cosas que no entiende (who does?), pero las tres que entiende las entiende perfecto: el amor, el tiempo, el respeto. Hoy ella festeja su tiempo. Yo lo festejaré con ella. Los tres, porque sí, somos tres.

No voy a presumir que ya lo entiendo. Pero estando al sol uno eventualmente se tosta. Uno de sus varios sobrenombres (tengo esa naquérrima costumbre) fue Sol, porque se apellida Solís y en su espacio para username de la primera red Windows NT que instalamos juntos solo (3.11, los que sepan, se darán cuenta de lo cuaternarios que éramos) alcanzaba para "Edith Sol".

Princesa, cuando leas esto verás como viajo con tu recuerdo...

Felicidades