lunes, octubre 27, 2003

Independencia y miedo

La independencia es el síntoma típico del ermitaño. Hay, quizá, quienes sean genuinamente independientes. Por experiencia propia creo que la mayoría somos más bien los más cobardes de los que pisan la tierra. Miedo al abandono, al rechazo, a la traición, buscamos economizar dolor al máximo. La independencia es el refugio más decoroso a dicha actitud. No hay forma de ser rechazado cuando no te acercas a nadie. ¡Ay de aquellos que intentamos irrumpir en una fortaleza así!, largas noches de asedio nos esperan.

Frida Casaramona Solís, de poco más de año y medio, sobrina política (o sea no-pariente) y mi ahijada (o sea, tampoco-pariente) llegó crónicamente enferma de independencia. Ya había yo discutido con su padre que los catalanes son "muy así". Pero confiaba en que el alma y ánimo cascabelero de mi cuñada Serena (si no hubiera sido humana hubiera sido guacamaya) contrapesara esa influencia y mi sobrinita demostrara un claro equilibrio entre el anacoretismo catalán (no por haberlo dicho los madrileños de Mecano es menos cierto, eh?) y el desmadrismo mexicano. No hay tal, es más catalana que su padre. ¿Será el "Agua de Barcelona" que su abuelo le provee? Ni idea.

Observándola, de primera impresión (que suelen ser las más fuertes) Edith y yo creemos que se trata de miedo. Pero como el león cree que todos son de su condición, no nos crean mucho. Frida parece todo menos miedosa. Se sabe guapa, fuerte y alta (combinación rara y poderosa en una mujer) y sabe soltar la sonrisa avasalladora en los momentos de mayor peligro por regaño. Lo que más nos intriga es que sólo en esos momentos lo hace. Ella y la televisión son una y lo demás: ajá, sí. El mundo?, salvo lo que dice la TV, no le interesa.

Como sea, queremos buscar un equilibrio mejor para ella. Sus padres son buenas personas pero son chiquillos egoístas. Lo que más me extraña cuando platico con gente tan afín a mí es cómo pueden ser tan inconscientes de las tremendas repercusiones que cada acto suyo tiene en los niños cuando son tan pequeños. Seguramente Edith y yo exageramos, pero fue muy ilustrativo ver a Serena hacerle un "berrinche" a Luis para que le hiciera de cenar (guisa magnífico el cabrón) y después, 10 minutos apenas, decirle que no, que no se molestara, que ya se le había pasado el hambre. Si eso lo hace una vez a la semana (y esto seguro que lo hace 10 veces al día) la niña sabe perfectamente que cuando sus padres dicen , lo más probable es que quién sabequé sea lo que quieren decir.

No descarto, por supuesto, la influencia social. Aunque Frida apenas lleva dos meses en la guardería y lo del agua no fue sino un mal chiste para linkear la empresa donde trabaja el abuelo, creo que ese tipo de cosas se maman de la tierra donde los niños se forman. ¿Y quién puede decir que los catalanes no son independentistas? Y sí, creo que en su mayoría son miedosos (que no cobardes, hay gran diferencia)

Podría justificar el miedo como la capacidad de buscar la felicidad, el miedo que es evitar el dolor nos mueve por buscar la felicidad, pero sería simplista e inexacto argumentarlo así. El caso es que me gusta ser miedoso desde niño y tener mis espinillas sin marcas por las patadas en el futbol. Simplemente me gusta. Igual Frida también le agarra el gusto. Jimena es miedosa también, pero tiene el gen "Ernesto Alonso" (productor de telenovelas mexicanas) bien inserto en la médula, así que no debo preocuparme porque cada que vislumbre la oportunidad sé que sacará de su ronco pecho al José Alfredo Jimenez que todo mexicano lleva dentro. Se supone que en algún lugar de las venas de Frida también corre ese gen, pero o la densidad es baja o los otros genes son montoneros. Ya lo sabremos en un futuro. Mientras, toca disfrutar a la sobrina independiente tres semanas. Pobres de sus padres, los moleremos a consejos.