Conflictiva me pasó el dato del origen de "One night in Bangkok", que es parte de un musical de Broadway, Chess, que a su vez es una dramatización de la rivalidad más importante de la historia del ajedrez (y que se cague Kasparov): Bobby Fischer vs. Boris Spasskij. Todo lo que rodeó esa rivalidad es tufo 100% nuclear. Cada peón que movían era una cabeza nuclear que cambiaba de posición. Fue, es, el epítome de la rivalidad soviético-norteamericana, más allá de los Juegos Olímpicos o de otros deportes.
José Arcadio Buendía, en Cien Años de Soledad, no quiso aprender a jugar ajedrez porque dijo que no entendía una confrontación en la que los contrincantes estuvieran de acuerdo con las reglas. Por eso es que el ajedrez es un deporte (juego-ciencia, le llaman pomposamente), los deportes son competencias, no confrontaciones. Incluso el box, salvaje y animalesco, es una competencia.
Así pues, con esa rivalidad vinieron otros grandes encuentros. No había hecho muchas listas hasta ahora, pero no me pude resistir:
Fútbol: Mi deporte favorito. Tengo dos partidos que me son particularmente gratos de recordar. Mejor dicho, los recuerdo como los mejores que he presenciado: Francia-Alemania en Sevilla, en el Sánchez Pizjuan, en 1982, semifinales de la copa del mundo. Francia asombraba al mundo con la triangulaciones entre Platini, Giresse y Tiganá. Tenía el mediocampo más artístico que se haya visto desde el mítico Brasil de Pelé (y que me reclamen los fans de la Holanda de Cryuff) y con ese equipo aprendí a disfrutar del buen futbol. Pero hay un dicho en el futbol (presumiblemente inglés) que dice que "en el futbol son once contra once y siempre gana Alemania". No es Alemania el equipo con más campeonatos en la historia, pero gracias al desinfle que han tenido los últimos 8 años no alcanzaron a Brasil. Harold Schumaher, Hans Peter Briegel, Pierre Michel Littbarski y Karl Heinz Rumenigge le dieron a los franceses una lección de cómo ganar, y Briegel, emulando al Beckenbauer del juego del siglo en México 70, jugó encabestrillado. Es el mejor partido de futbol que me ha tocado ver (aunque el Francia-Brasil en México 86 sí se acerca). Y de mis Chivas, el campeonato 86-87, cuando le ganaron al Cruz Azul 4-2 la final, con un estilo de juego que, por cierto, me recordó bastante el francés.
Tenis: Björn Borg vs, John Patrick McEnroe, Wimbledon 1980. A cómo me caía gordo el panchero de McEnroe, pero era un diablo jugando. Se movía como mono trepador por toda la cancha. Siempre me gustó más "Ice" Borg, que ni siquiera pestañeaba en los partidos. Pero el desgaste de esa final fue tal que, al final, cuando ganó el match point, Borg miró al cielo, luego se hincó y demostró que era ser humano. Tan humano que el año siguiente, McEnroe le rompió la marca de ganar Wimbledon consecutivamente.
Atletismo: Ben Johnson vs Carl Lewis, Seúl 1988. Después de su comprobado dopaje Johnson pasó a ser el malo de la película, pero los aficionados a los deportes recordamos claramente que en ese duelo Lewis era "el malo". Hiperlactante como él solo, Lewis era una diva star disfrazada de deportista. Ok, en LA 84 había barrido con el medallero, pero fue también el hecho de que había poca competencia y que, ejem, la URSS no asistió para meterle aunque sea un poco de susto. El gesto de Johnson de voltear antes de llegar a la meta para ver dónde venía Lewis (que a su vez iba sacando el bofe) y la firmeza con la que levantó el brazo y el dedo índice de número uno se convirtió en otro momento histórico.
NFL: Miami Dolphins vs San Diego Chargers, Miami, 1984. No recuerdo incidencias del partido mas que una patada de gol de campo que bloqueó Kellen Winslow de los Chargers, pero sí recuerdo el sentimiento de intensidad con la que se disputaron cada yarda, a sangre y fuego literalmente, con varios jugadores vendados, el mismo Winslow jugando con una costilla rota. Tiempo extra y nadie pedía ni daba cuartel. Los Chargers tenían como QB al inmenso Dan Foust, el montañés, le decían en México, que era una nulidad conduciendo ofensivas, pero un maestro de las grandes bombas, las jugadas de 3a. y 10 donde arriesgaba partidos. También ese partido lo ví en vivo.
Box: Salvador Sánchez vs. Wilfrido Gómez. El orgullo nacional estaba en juego. Habíamos perdido todos los campeones mundiales de boxeo, "deporte" en el que México siempre tuvo a algún destacado (en pesos bajos, no somos genéticamente heavyweights) y Lupe Pintor y Pipino Cuevas, malísimos técnicos pero con buena pegada, habían recién caído. Sal Sánchez era una gran promesa y ya era un gran campeón, pero antes debía cerrarle la boca al hablantín boricua que despreciaba a los mexicanos en cada declaración. Así calentaron el espectáculo y en el cuarto round se escribió la historia, tremenda combinación de Sánchez y Gómez contra las cuerdas y luego contra la lona. Más que exhibición técnica, fue un despliegue de coraje.
Aunque recuerdo algunas buenas Series Mundiales, sin duda excelentes campeonatos de F1 (Senna-Prost), Mundiales de Futbol, Juegos Olímpicos (las gimnastas rumanas!, wow!), Jordan-Magic... ok, Jordan sí merece un recuerdo, su última canasta, en el último segundo antes de su primer retiro para ganar el campeonato de la NBA para los Bulls... la sangre fría que se necesita para no fallar en un momento histórico. Pero creo que esos son los mejores espectáculos deportivos que he visto en mi vida. Y llevo horas, muchas horas frente a la TV mirando deportes...