¿Qué dice la gente de uno?, ¿Qué opina, qué le preocupa, qué le molesta, qué le gusta?.
¿Qué le importa acerca de uno?,
Hoy en la madrugada recibimos una extraña llamada telefónica (madrugada para nosotros es 6:45 am). Don Primitivo Solís Mendoza, el papá de Edith, quien rara vez nos llama (de hecho creo que es la segunda vez que nos llama en siete años), nos quería localizar "con urgencia" desde anoche para comentar algo con nosotros. Preocupado por nuestra incapacidad para comprar una casa, dejar de pagar renta y "hacernos de un patrimonio", y al mismo tiempo nuestro refractario orgullo a aceptar un regalo de su parte (el tiene varios terrenos en la zona donde viven), ha querido y buscado una forma de combinar su preocupación con nuestras ambiciones. No que la encuentre, pero me llama la atención su preocupación, su constante "tenernos en mente". Mi suegro puede recordar la última fecha y enfermedad de mi madre mucho mejor que yo, por sólo decir un ejemplo, y no hablo más de 200 palabras al mes con él.
Los papás, yo lo sé, no descansan de ser papás. Mi madre puede entrar en tremenda crisis de angustia cuando le llamo por teléfono y me escucha un poco cansado o un poco dormido. A diferencia de mi suegro, mi suegra sí nos llama a cada rato para saber si salimos, si entramos, si lo que sea. Uno aprende a vivir con eso, a torear el acoso y a apreciar el "care". Pero aunque eso es lo natural en los padres, me da curiosidad el saber lo poco o mucho que uno es mencionado en pláticas de parientes menos cercanos, o de parientes muy lejandos, de viejos amigos perdidos o de enemigos derrotados. De compañeros de viaje o de trabajo, actuales o pasados. Los antiguos amores.
No voy a fingir, a mí sí me interesa saber lo que opinen de mí los demás. Nunca he hecho tal pregunta (sí, esa absurda y odiosísima de "¿cómo me consideras?") y no porque, insisto, no me interese, sino porque me interesa más el resorte "quiero decírtelo". Edith y yo hemos aprendido a decirlo, lo que nos gusta y lo que no, lo que opinamos como bueno o como malo. Procuramos que sea directamente al afectado/a, pero también procuramos no hacerlo a la ligera, sino un comentario previamente analizado. Al tiempo que no nos guardamos las críticas, buscamos también, muy especialmente, el elogio, no el elogio manipulador ni moneda de cambio (besadero de culos mutuo) sino el reconocimiento de lo bueno en cada persona. Nos gusta hacer esos reconocimientos aunque algunas veces sean mal interpretados. Como sociedad nos cuesta mucho trabajo reconocer lo bueno en los demás y parte de nuestro granito de arena es ese: Hablar bien de lo que vemos bien.
Sí, nosotros somos gente detrás de las paredes de otros hogares. No conozco la gente detrás de las paredes de mi hogar.