lunes, marzo 08, 2004

Anti-receta

Las luchas de mis amigos no son mis luchas. Pero básicamente porque no me gusta luchar. Disfruto mi paz. Durante años la hice trizas vía sufrimientos infinitos. Edith me ayudó a superar eso. Y yo a ella, que también tenía sus demonios. He leído este blog gracias a Manuel (algún artículo suyo leí en La Tempestad y en el suplemento cultural de El Angel sin haberlo notado particularmente, sino a posteriori; el mundillo de los escritores, como todos los mundillos en México, es bastante cerrado) y creo que la soberbia le explota entre las manos un post sí y otro también. Pero conforme madure puede que logre asentarse. Lo que dudo es que alguna vez madure y más con "ideas" como estas:

Vivir en pareja es un proyecto post-humano. La humanidad está naturalmente preparada para vivir cada uno por su cuenta.

Las generalizaciones, todos lo sabemos, es lal mejor forma de afrontar cualquier tema... La humanidad, así, sin mayúscula, quién sabe qué diablos sea, supongo que un grupo mayoritario dentro de La Humanidad. Hacer afirmaciones a rajatabla, supuestamente "radicales" es de las mejores formas de hacerse notar. Y también de las mejores formas de quedar en ridículo. Más si, como es el caso, no sólo NO explica la tesis sino que además, asumiéndola cierta, la lleva a las últimas consecuencias deductivas.

Vivir de modo dual, vivir-con-el-otro, es una novedad, una mutación del alma dentro de la evolución de la especie. Vivir de modo dual debilita, nos hace vulnerables. Nos rompe el alma. Nos limita

Esto clarifica el párrafo anterior. El "nos" declara la subjetividad del juicio. El incluir a otros remarca, por otro lado, la abrumadora soberbia del juicio.

La pareja es un proyecto que necesita superar al humano, llevarlo más lejos o más atrás, pero jamás quedarse solamente en eso, el humano. La pareja busca la telepatía. La pareja busca la coordinación existencial. La pareja multiplica los misterios: no un cuerpo sino un par. Ser dos. La pareja destruye el principio de identidad. La pareja habita en los silencios. Antecede a la ubicuidad: quien es pareja camina por alguna calle y ya presiente en su caminata cada vez dudosamente solitaria que, en realidad, es también alguien en la distancia, alguien más que también camina en otra calle y presiente que está también caminando en otro lugar.

¿Coordinación existencial? ¿Qué le pasó al romanticismo del disfrute?, a la emoción del descubrimiento?, ¿a la sorpresa de un nuevo secreto? La pareja no destruye el principio de identidad, ni habita en los silencios. Las licencias poéticas en la descipción del anhelo vuelan sin ton ni son.

Ella y ella, él y él o ella y él existen en distintos puntos pero saben que son, a la vez, uno y dos. La pareja se destruye. Se destruye porque uno de los dos, o ambos, no soportan haber perdido su condición original de individuo, abandonar el Yo y tomar el Nosotros, la experiencia avasallante del nosotros, una condición ajena a la humana, una prueba hacia un nuevo terror, un nueva realidad.

Aquí la referencia a la vida propia llega a su clímax. Para metáforas le falta estudiar teoría de conjuntos. Y respecto a la condición humana, alguien que dedica tanto esfuerzo a autoproclamarse campeón del intelecto parece destinado ser avasallado por los sentimientos.

La pareja altera. Por eso huimos del amor: porque destruye aquello que define a la humanidad: la llamada autonomía o soledad. El amor, suceso post-humano, produce un nuevo terror, el terror de lo que hay más allá del yo, el espanto del «nosotros». ¿Hemos vivido ese «nosotros» en la antigüedad como nos asegura la mitología? ¿O esa mitología construyó tal tesis para calmarnos un poco haciéndonos creer que el «nosotros» no nos es enteramente desconocido? La pareja es un duda. La pareja habita en los silencios.

La humanidad se define por autonomía o soledad. ¡Tanto que se parecen! O sea, como es lo mismo ser gobernado por uno mismo que carecer de compañía. ¿Y eso define la humanidad? ¿Cuál de las dos?, ¿el autogobierno o la falta de compañía? No wonder porqué el tipo dice que la pareja es duda y habita en los silencios. Un escritor no tiene la capacidad de comunicarse.

La otra explicación es la condición minoritaria del individuo. El suplemento "De hoja en hoja" publicado ayer domingo incluye una brevísima reseña de El Matasellos, obra de Yépez. Lo definen como una obra "dificil" y, no con esa palabra, "elitista". Las élites que ataca en su blog y con sus otros blogs (anti Esta2Uni2) y de las que él tan orgullosamente forma parte. Incluso parece formar parte de una élite compuesta por un sólo individuo: Él.

Sarcasmos aparte, y ampliando un poco el comentario de A. al post anterior, creo que la individualidad no forma parte de la receta de cocina que compartí anteriormente. Creo que la individualidad es una condición imborrable, que nunca queda engullida por la vida en pareja. Si acaso eso ocurriese en apariencia, la complementareidad de la pareja sería ficticia. Esa razón es el núcleo de porqué el post de Yépez es una monumental tontería. No hay pareja sin individuos. El Nosotros no sustituye al Yo. Convive con él. Entiendo que la convivencia sea un concepto difícil de aprehender. Pero necesitamos hacer el esfuerzo . Es la convivencia la dinámica más importante de la civilización. La combinación individuo-interacción. Y la pareja es su expresión más acabada. No digo que sea fácil, y odio coincidir con Yépez pero también creo que no es para todos. Para eso no tengo receta. Lo que digo es que no hay que dejarse confundir ni deslumbrar. Y sobre todo, no hacerse, en cosas del amor y la pareja, como el tío Lolo...