jueves, marzo 25, 2004

La calle

En "Corazón, Diario de un Niño" hay un post (sí, era un blog, finalmente), donde el padre de Enrique, el protagonista, reprende a su hijo por no fijarse en la calle por dónde camina (el niño había tropezado con una anciana) y le explica amorosa y severamente el valor de la calle en general. De la importancia que debe tener el considerar a los demás, ése libro es un monumento. De hecho creo que es su gran valor, la perspectiva de un niño donde el "yo" casi no existe y "los demás", el descubrimiento de los otros, es retratado de forma genial.

Y bueno, a mí se me había ocurrido hacer un post de mis recientes descubrimientos sobre la calle. Por circunstancias varias, llevo dos semanas sin coche. Flojo como soy, opto por el taxi en casi todas las ocasiones, pero también me aventuré a tomar el transporte público ya cuatro veces. Mi sorpresa ha sido enorme en el cambio de actitud de la gente. Es más educada, en general, que cuando yo usaba transporte público todo el tiempo (no hace tanto tiempo, 5 años) y, obvio que me llamó la atención, las mujeres ya toman la iniciativa cuando de ligar se trata. No me ocurrió nunca cuando era soltero eso, que alguna mujer me hiciera la plática en el micro. Además fue increíblemente... chistoso. Yo no uso anillo de casado (Edith tampoco, no me regañen) y en cuanto me subí al colectivo sentí dos miradas (fueron tres, después lo noté), y cuando voltee a una de ellas, ya me habían "escaneado" y, sí, noté el énfasis en la mirada sobre la mano izquierda que es donde, en México, se usa el anillo. De joven era yo terriblemente despistado y si esto me había pasado antes, nunca lo noté. El chiste es que sí, la niña en cuestión me hizo la plática, así, sin preámbulos: "hola, vas muy lejos?", "esteeee... *Armando sonrojado*, no, aquí cerca" , "sí, a dónde?"...

Yo la verdad soy muy malo para eso del ligue, tanto para concretarlo como para evitarlo. No supe ni qué hacer ni qué decir, pero afortunadamente me salvó la campana en forma de niña de cuatro años cantando a todo pulmón una canción que, de seguro, se había aprendido ese día en el kinder. Me pude enfocar en mirar a la niña y eso ayudó a la pregunta: "te gustan los niños?", "sí, mucho, y más a esa edad", "tienes hijos?", "sí, una de cinco años".

Problema resuelto, siguiente parada, División del Norte y esquina bajan.

Más allá de mi personal vanidad hiperhenchida, lo que me dio mucho gusto fue observar el cambio en la actitud de las mujeres. Siempre he dicho que gran parte de la culpa del machismo en México la tienen las mujeres. Las madres que maleducan a sus hijos, las hermanas que consienten a sus hermanos, las novias que aguantan a los novios, las esposas que se dejan manejar o que comodinamente se dejan mantener a cambio de ser maltratadas física o moralmente. Entiendo que no es fácil, pero insisto, viendo otras sociedades como la argentina, la chilena o la venezolana, donde la mujer ha adoptado un papel mucho más agresivo en lucha contra el machismo, las diferencias son notables. Y parte de ese papel nace precisamente de la actitud en el ligue. El dejar de esperar a ser conectadas, conquistadas y tomar una muy sana iniciativa de "si me gusta algo o lo quiero, lo intento" creo que es básico como cambio de actitud inicial y como motor de un cambio que espero se consolide pronto.