Porque aquí, ni madres.
DF de mis amores, hace 15 días anunciaste con bombo y platillo que recibirías la primer nevada en 35 años y yo tenía ya asiento de primera fila (sí, la casa de mis suegros en los Alpes de Cuajimalpa) para atestiguarlo. Mucho escándalo se armó entre los chilangos y la nieve nomás llegó hasta La Marquesa (bosquecillo recreativo entre Toluca y el DF) pero eso no es el DF. Además, duró una noche porque ya a las 12 pm del día siguiente el sol la deshizo de volada. Ayer todavía traje prendido el AC del wom-móvil (versión chafa y viejita, pero más sabia, del SemiGod-mobile) en mis andanzas diurnas desde Santa Fe (extremo poniente) hasta el aigropuerto (extremo oriente) de la capirucha porque el sol avisaba que ya se había recuperado de las vacaciones. Pero en la tarde comentaba con la residente del paraíso que se veían en el norte unas nubes negras como mi conciencia y ella predijo "ésas traen frío". Dicho y hecho. En el primer día que tengo oportunidad de salirme a caminar para merodear los alrededores de la nueva oficina tenía que estar lloviendo, con un cielo londinense, gris, espeso y un viento neoyorkino que arranca las orejas al confrontarlo. Uy sí tú, qué cosmo-metropolitano!
El chiste es que hace un frío del carajo no tanto por frío como por nublado y, aquí desde el piso 8, planta 14 de la Torre Hemicor, disfruto de la vista nevada del Pico del Águila en el cerro del Ajusco. Nubes altas acentúan el efecto invernadero para evitar la nieve en chilangotitlán. Si hubiera sido domingo, hoy hubiera nevado...
El título del post es un recuerdo caro. En 1985 descubrí Woodstock y Monterey, los festivales de rock que marcaron los 60's. Y junto a mi descubrimiento personal, particular, vino el redescubrimiento de los Grandes Festivales por parte de las personalidades rock y pop de la época. En junio de ese año se organizó Live Aid, como secuela de "Band Aid", el esfuerzo de Bob Geldof de reunir a las principales figuras del pop británico en una rola conmemorativa de Navidad (Do they know is Christmas) que a la fecha es himno de la época entre treintañeros. El dinero reunido fue para de alguna forma ayudar a la hambruna que por ese tiempo había en Etiopía, una de las más terribles de los últimos 50 años. Dicha ayuda no fue, ni con mucho, suficiente. La furia filantrópica de Geldof (líder de The Boomtown Rats, banda de hard rock, algo así como heavy metal light) lo llevó a buscar el apoyo de los primos ricos, los faranduleros gringos y así nació ese ambicioso festival, el último de los "good old times". Peter Gabriel andaba muy comprometido de fechas y Rod Stewart quería "prime time" en Wembley o nada. Pus nada, dijo Geldof, que juntó a todos los demás pesos pesados y se atrevió a reunir a los, para entonces separados, Page y Planck del Zeppelin y en la bataca puso al heredero de Bonzo, Bonzito, que sí se vió bastante Bonzito. Townshed rompió ahí, en Wembley, su promesa de no ser viejito. El copete de hueso, Phil Collins, viaj? en Concorde de Londres a Filadelfia para tocar en ambos festivales, el americano y el europeo. El Negro González Iñárritu se llevó una grabadora tamaño caguama y la metió de contrabando para transmitir, desde Wembley creo, el famoso toquín. Dire Straits estrenó ahí su mejor versión de Sultans of Swing, con el mítico Mel Collins en el saxofón, como coronando con guirnalda la orgía instrumental guitarra-batería-teclados que Knopfler inventó en el Alchemy, previo dueto en vivo con el entonces-no-tan-malo Sting en el hit Money for Nothing (and chicks for free). Y U2, la banda de mi generación, que ahora parecen tan ñoños y tetos, llegó a Wembley para quedarse y ocupar un trono vacío desde que que los Rolling se hartaron de sí mismos. Bono, The Edge y compañía prendieron como nadie al personal londinense, arrancaron con una poderosa versión de Sunday Bloody Sunday (éramos idealistas) y en una síntesis vivencial, mezclaron con Bad a las Ruby Tuesday y Sympathy for the Devil stonianas, y al walk on the wild side de Lou Reed (esa misma rola la mezclarían con Gloria de Van Morrison en su gira del Joshua Tree), mientras Bono les hacía la barba a los ingleses diciendo que el sol de Wembley estaba muy bonito.
Y aquí en el DF, sigue lloviendo. Pero el día está bonito para los recuerdos. Desde aquí adentro, claro.