miércoles, enero 14, 2004

Leo para querer

Ya toca meterme en camisa de once varas hablando de la órbita bloguera. De mi particular colección de estampitas. Lo que no me gusta es que por fuerza tendré que estar editando hipervínculos a cada cuatro palabras, y flojo que soy.

Daniel Salinas escribió hace poco que a él no le interesaba conocer escritores. Cuando lo leí asentí en silencio, pero ahora que lo vuelvo a pensar, a mí, quizá, sí me interesaría. El problema de querer a alguien a través de lo que lees de él (o ella) es la idealización. Mi cabello cuenta con numerosas, incontables ya, canas, y aún me sigo emocionando ingenuamente. Agregué a Nanilkah a mi lista de contactos de MSN hace dos meses y nunca me "atreví" a intentar chatear con ella, pensando que sería un crucigrama intentar armar una conversación con alguien que escribe en sentencias. Pienso que Manuelus y la Srita Masturbación son excelentes ejemplos de lo que es la película "Amadeus", el shock de que el talento no va asociado al "ser" sino al "producto artístico en sí". No digo que sean vulgares, pero ellos sí se creen así. Creo que los grandes escritores y blogs adolescentes, todos y los que están en medio también, quieren ser felices, y que su felicidad no va en proporción directa con la calidad de su obra. No me siento calificado para analizar al blog como género literario nuevo, novísimo, como creación artística (que algunos sí que lo alcanzan). Sí sé, sin embargo, que para el idioma español y para la Internet latinoamericana es un revulsivo necesario ante la brutal falta de contenidos en nuestra lengua. Eso fue lo que opiné con Álvaro y que quiero ampliar y quiero desarrollar.

Me gusta asomarme al rincón de los corazones jóvenes. A querer o no, sí hay un brecha generacional entre los treintañeros y la nueva forma de vivir la vida. Tengo que estar en constante alerta sobre lo que los mueve y les interesa, muchos de ustedes lo saben, para tratar de entender el mundo en el que vivirá Jimena y con ese propósito me he encontrado con que ése es también mi mundo, el mundo en el que yo aún vivo. Con gente entrañable en su escribir y en su ser. Gente con la que me gusta compartir el ocio vía lo que me dicen o lo que les digo, todo en letras. Ustedes, creo, sabrán disculpar el carácter meloso y cursi de este post. Es sólo que siempre le digo a Jimena que no tiene porqué esconder ni avergonzarse de sus sentimientos, y debo predicar con el ejemplo.