Esta calle del Centro Histórico de la Ciudad de México ha contenido muchos de mis sueños de prosperidad. Desde hace ya más de 15 años. Va desde el Eje Central Lázaro Cárdenas (antes San Juan de Letrán) hasta el Eje 1 Oriente, Circunvalación. Ayer me tocó perseguir los siguientes sueños en esa calle. Empecé en 1987, queriendo hacer un "sonido" con un amigo de la prepa, para tocar en las fiestas. En ese tiempo, ser DJ era de lo más simple, ponías una rola, y buscabas una que empezara con un beat similar a la que estaba terminando para seguirle. Y como todo el pop de los 80's es idéntico, casi cualquiera concatenaba con cualquiera. Mi cuate era medio ingeniero y quería que hiciéramos nuestras propias bocinas en lugar de comprarlas hechas. Comprar el magneto, los conos, etc., todo lo cual lo encontrabas ahí, en los changarros de República de El Salvador. Total, compramos algunos cachivaches, se nos acabó la lana que nos confiaron nuestros respectivos jefes y no hicimos ni madres.
En 1991 empecé a trabajar como vendedor, en ese tiempo vendía ferretería "al mayoreo" en forma de cambaceo. Una de las cosas que vendía eran "cautines" para soldar y esa calle, antes de ser inundada por la fiebre cibernecia, vendía todo lo imaginable para audio, video y electrónica en general. Así que yo llegué con mi sangre árabe a la tierra más peligrosa, los judíos del centro. Solo uno de 15 se me fue sin pagar. No está mal para ser un chavillo de 19 años empezando como "Ejecutivo de Ventas", no, no era mi "bizne", yo era empleado y me daban una pequeña comisión por ventas. Movimos como 300 cautines en dos meses. Fueron mis mejores ventas de herramienta. Los taladros, las llaves Stillson y las brocas de tungsteno no se me dieron mucho.
En 1993 era yo el típico "nuevo apestado" que cada familia tiene. Sí, antes, durante décadas, cada familia tenía un pariente que "vende libros". Ese pariente maloliente fue sustituido por el que "vende computadoras". Yo era ese sujeto. Ví arrancar la ahora infinita "Plaza de la Computación" cuando algunos electrónicos empezaron a vender computadoras y partes en lugar de transistores y, oh ironía, cautines. Yo vendía impresoras Epson de matriz de punto (ya teníamos un modelo laser) y en general, lo que pudiera conseguir con los mismos mayoristas a los que todos les comprábamos: Dicom, MPS, Dinamia. Otros de mucho menor tamaño fueron Dataflux, Intertec, PC Marketing, Mayoristas Profesionales, etc. Como muchas industrias, esos mayoristas terminaron quebrados o absorbidos por otros grandes trasnacionales, Dicom específicamente fue comprado por Ingram Micro, MPS se fue diluyendo y Dinamia fue comprado por otro mayorista trasnacional pero tampoco logró sobrevivir. Actualmente, el 50% del mercado lo controla Ingram Micro y el resto lo reparten algunos otros, todos muy pequeñes. Ahora que lo pienso, sería interesante que algún estudiante de Administración (de Herencias) hiciera un estudio de cómo evolucionó el comercio de computación en México, desde los lejanos y gloriosos días del "Gigante Amarillo" (Printaform) hasta la revolución actual de Dell.
Las reglas del comercio son muy similares a las de la selva (y las de la vida), sobrevive el más fuerte. No el mejor, no el más inteligente. Me tocó ver gente que se comía (literalmente) los pagarés para evitar su pago. No por nada surgen ahora muchos movimientos pidiendo "comercio justo". Es uno de los prerrequisitos para poder avanzar como civilización, eliminar de la actividad comercial (o reducir) esa ley imperante.
Me suscribí en días pasados a Make Trade Fair y descubro que para variar, México anda como fuera de órbita en situaciones de Internet y de "cibermovilización". Somos cinco mil mexicanos los que nos hemos suscrito para informarnos sobre los problemas en comercio, las trampas, mañas, o simples y llanas violaciones a derecho por parte de los paises ricos en sus relaciones comerciales con el tercer mundo, cosa que nos debe involucrar severamente. 5 mil mexicanos de un total de más de 4 millones de suscriptores. 1 al millar, en números redondos, o sea 0.1. México es el país con más Tratados de Libre Comercio del mundo, y el único, si se cierra el de Japón, con las tres principales potencias económicas del mundo, Japón, la Unión Europea y Estados Unidos. Y no tenemos conciencia en nuestro ciberambiente de cómo hacer para que el comercio exterior sea justo. Ahí andamos pues. Haciendo maromas sin red de protección. Aventándonos como el Borras.
En 2001, volví a República de El Salvador buscando economía. Intentamos arrancar un negocio de fabricación y venta de ropa. Mi madre conoció a mi padre en una fábrica de ropa y crecimos, mis hermanas y yo, en medio de pacas de faldas, blusas, vestidos; haciendo "terminado" a las prendas, quitando "algodón" a los remallados. Algo deberíamos de haber mamado de todo eso. Mi hermana pequeña, Guadalupe, estudia Moda e Industria del Vestido. La lección fue fulminante: "Zapatero a tus zapatos". Crecí con eso, pero la vida me la he ganado en el teclado o cerca de él.
Ayer volví a caminar por ahí. Buscando los sueños y deseos de la generación que me sigue. Sí, otra vez, después de pensar que lo había encontrado, no, no lo encontré. Pero aún quiero esa calle.