"Para tí es fácil ya que tienes una hija maravillosa y un esposo que te apoya", le dijo Claudia a Edith cuando Edith le dijo que debería buscarse una mejor forma de pasar su vida que cuidar a su sobrino de cinco años con total ingratitud por parte de la hermana (la madre del niño) y del mismo niño, que a pesar de todo, sigue sintiendo "más" por su madre "real".
Es posible que para Edith sea fácil decirlo, pero no fue fácil lograrlo. Construir una relación sólida demanda muchísima fortaleza, entereza, entrega, amor, voluntad, responsabilidad y madurez. Sí, cualidades tan comunes como el praseodimio.
Y además, es una renuncia. Varias renuncias. Renuncias al "yo" para transmutarlo, integrarlo al "nosotros". Partes del "yo" desaparecen. ¿Qué es lo básico e irrenunciable que no debe desaparecer del "yo"? Sepa, no tengo la más remota idea. "Edi, si yo de repente me volviera fanático religioso de cualquier religión, seguirías conmigo?", "No Armand, creo que no". "Me dejarías de amar?", "esa es una pregunta mucho más dificil".
Y no, no es tan dificil. El amor es indispensable para llevar una buena relación. Pero no es lo único indispensable. La convivencia, la vida diaria, los objetivos de vida, creo, también cuentan. Plantear uniones "para toda la vida" o "parejas ideales" me parecen utopías vendidas por el imperio comercial del melodrama. Y también, lo reconozco, por lo que en su época fueron buenos cuentos infantiles: "... y vivieron felices para siempre". No me explico otra razón. La Iglesia, al menos en el mundo occidental, ha siempre querido imponer su visión, pero la realidad es terca y la contradice. El "subconsciente colectivo" permanece añorante de la relación perfecta. Del complemento. Del amor sin barreras. Cucamonga da una pista diciendo que todos somos adolescentes. Edith y yo somos viejitos. A eso renunciamos cuando decidimos querer estar juntos por más tiempo del que nos durara la calentura (deliciosa calentura). No renunciamos mucho, ya teníamos la vejez en los huesos (no en la sangre!). Ella, además, es sabia. La vejez es la única forma de duración. Es cuando alcanzas el tiempo. No, la vida no es "coleccionar instantes" sino integrarlos. Es el área bajo la curva, el resultado mayor a la suma de sus partes. No la función diferencial que la limita. No es empuje de límites.
Esto vino a cuento porque unos buenos amigos nuestros no tiene para dónde seguir en su matrimonio. Ella ya no lo ama, se ama demasiado a sí misma, pero él todo lo que tiene para darle es amor (cero comprensión, entendimiento, convivencia). Ella tiene buenos motivos para amarse, es guapa e inteligente. Nuestra incumbencia o preocupación son sus hijas. Una es de seis años, buena comadre de Jimena. La otra tiene dos años y es nuestra ahijada. Los pleitos son una hora sí y otra también. Gritos, insultos entre ellos y a la mayor de las niñas. Antes solían platicar con nosotros buscando algún tipo de "terapia". No más. La última vez la conclusión fue terminante: Divorcio necesario. No lo quieren aceptar. Sienten que sería un fracaso. Y yo no sé cómo decirles que fracaso es lo que viven día con día. A veces me gustaría ser un verdadero cabrón valemadrista. No puedo, no sé serlo.
No puedo olvidar que para mí es fácil decirlo...