Hay dos objetos "materiales" que me duele haber perdido en mi infancia. En 1981, Zbignew Boitek entró a trabajar a Creaciones D'agmar, pequeña fábrica confeccionadora de ropa para dama cuyo gerente de producción era homónimo mío (era mi padre). Era (quiero pensar que "es", que sigue vivo) un estudiante polaco de economía que estaba "de intercambio" en México y estaba haciendo cierto tipo de "servicio social" en esa empresa. La contadora de la empresa, a quien recuerdo solamente como "La Señora Camiro", era un aferrada seguidora del comunismo. Soy orgulloso poseedor de un pisapapeles con la efige de José Martí traído de la "pujante" (subsidiada) Cuba de esa época y de un juego de monedas rusas (kopecks y rublos) que se vendían como curiosidad turística en la entonces URSS. Sí, la señora Camiro le traía al brillante hijo de Armando (hey, yo era brillante, pero todo por servir se acaba) objetos y souvenirs para que se familiarizara con la cultura del futuro: el socialismo soviético.
Boitek y la señora Camiro tuvieron algunos roces a su llegada. Discutían sobre la validez del modelo socialista soviético. Pero las discusiones no duraron mucho: "Es muy sencillo, señora Camiro, si tanto le gusta el modelo soviético, váyase a vivir a Rusia". Boitek le regaló al brillante hijo de Armando un pequeño amuleto: Un distintivo original de "Solidarnhos" (Solidaridad) el sindicato polaco dirigido por Lech Walessa que luchaba contra la ocupación "de facto" que ejercían los soviéticos en Polonia. Boitek era, como muchos polacos, antisoviético. El brillante hijo de Armando perdió su distintivo un año después, cuando, por presumido, se lo puso en una posada en su escuela primaria y se puso a jugar y correr como loco en el patio. Era una presunción inútil, sus compañeros no conocían la trascendencia del pin. Pero al brillante hijo de Armando le importaba presumir. Pagó su presunción perdiendo un pequeño objeto que ahora sería un bonito recuerdo histórico para heredarle a su hija...
Creaciones D'agmar tenía dos socios mayoritarios: Rodolfo Haddad y Wilfred Hollemberg. Wilfred murió en 1988 de un infarto fulminante una semana después de la quiebra de su empresa. En 1980, el brillante hijo de Armando lo descubrió encerrado en su oficina escuchando extraños gritos: Wilfred había pertenecido a las juventudes hitleranas en 1943 y luchó 6 meses durante 1945. Los gritos eran discursos de Hitler que Wilfred atesoraba en cassettes que nadie más podía tocar. De hecho los tenía en su oficina para que sus hijas no los escucharan. Al ser descubierto, Wilfred decidió compartir un poco de sus secretos. Le regaló al brillante hijo de Armando un cassette con una selección especial de discursos del Führer que más lo emocionaban: "para cuando aprendas alemán", me dijo.
Llegó mi alocada adolescencia. Me urgía conseguir un cassette para grabar un disco que me había prestado por muy poco tiempo y no tenía ni medio centavo partido por la mitad. Los discursos del Führer fueron sustituidos por alguna moda de pop rock ochentera que no alcanzo ahora a recordar... Wilfred Hollemberg murió, estoy seguro, añorando su época de Juventud Hitlerana. Fue su momento más grande, su participación en la Historia.
Esa es mi pequeña historia de interacción con un alemán y un polaco. Hoy, mi pequeña historia resuena en mi conciencia pensando en el alemán y el polaco que están de moda.