El esplendor épico de los funerales de JP2 ha hecho que muchos levantemos las cejas en señal de disconforme admiración. Aquí en el rancho local creo que hay un aspecto significativo: Vicente Fox ha solicitado permiso al Senado para viajar a los funerales el próximo jueves (la ceremonia será el viernes). Sin duda es un evento importante y 90% de mexicanos católicos son un motivo de peso para que el Presidente pueda defender su interés en asistir a un lugar y un momento donde, además, estará, literalmente, "todo el mundo".
Pero resulta ser que el mismo día que el Presidenchente se embarque a las Uropas, en México se estará votando, en la Cámara de Diputados, el desafuero de López Obrador, nuestro famoso alcalde. En un alarde típico del "gen Ernesto Alonso" que nos contamina a los mexicanos, el Peje ha declarado que, de seguir las cosas como van (todo hace prever que será enjuiciado y retirado de su cargo) irá a la cárcel para, desde ahí, continuar su lucha y resistencia pacífica.
Patéticos los que lo acusan y patético el acusado. Todo es testosterona aventada al ruedo político sin razones ni fundamentos. Nunca se ha tratado de ideas, pero por lo menos había acciones y uno que otro argumento. Esta lucha política es una mera demostración de fuerza. Y como tal, puesto que es poca la fuerza que tienen, sólo parecen insectos peleando. Y resulta que Fox estará fuera, atendiendo los funerales de JP2. ¿Debería no ir? No sé. El gallinero local está demasiado alborotado, pero "no ir" a un evento así no me parece correcto. ¿Algún experto en diplomacia y relaciones exteriores que pueda aclarar esto?