Ya es inevitable. Mi madre decía, cuando yo era niño, que cuando un actor o famoso se moría, nunca se iba solo, sino que siempre iban de a tres. En las dos semanas anteriores a la muerte de Wojtyla murieron dos ídolos populares mexicanos, Lalo Guerrero y Rigo Tovar. Ambos los sufrí por igual en la infancia y adolescencia y he aprendido a extrañarlos ahora que soy viejo. No sufro demasiado por extrañarlos pero sin duda las famosas ardillitas de Lalo Guerrero y el Matamoros querido de Rigo (saludos a los tamaulipecos Butterposa, Lemon y Nana X) ya están en el subconsciente colectivo mexicano grabados con fuego e inevitablemente permanentes.
Y esto vino porque leí antier este excelente post de Casciari y ayer se cumplió la primer blogprofecía de la Historia: Rainiero (el suegro de toda una generación) murió. Claro que era una profecía que cualquiera podía hacer, pero nadie la hizo salvo Casciari. En eso consiste la voz del profeta, en decir que va a pasar lo que seguro va a pasar antes de que pase. Y si hay algo seguro que a todos nos va a pasar es la muerte.