Tengo, tenemos, que partirnos el alma en estos meses que vienen. Quisiera ser Maggie Fitzgerald. Tener esa voluntad inquebrantable del que se sabe nada, basura, perdido. Quisiera tener la consistencia de ese acero y la contundencia de ese knock out en el primer round. Quisiera morir peleando.
Eso es el corazón, un puño ensangrentado. Vivir todos los días es el triunfo de ese puño sobre todo lo que le dice que no vale la pena seguir latiendo: El calentamiento global, el peje, Bush, Britney embarazada, Otro Rollo, La Academia e Intocable, la pachorra blogosférica, borjamari, los culturosos, los batianos.
No es nada dificil hacer matemáticas y contrarrestar, con documentada esperanza y razonable optimismo, cada cosa mala que podamos enumerar. Pero sí hace falta voluntad para no quedarse sólo con el mínimo saldo a favor, no hacer el pago mínimo de la tarjeta. The doer and the thinker, dijo Jethro Tull hace muchos años. Mi hambre me hace comerme las letras que no termino de escribir.
El trimestre que acaba de terminar logré el primer lugar de ventas en la empresa en la que trabajo. Tuvimos días, horas intensísimas conforme se acercaban las 12 pm del 31 de marzo, estas empresas son muy estrictas en el tema de "deadlines" y es necesario cumplirlos. Diez dólares del 31 de marzo suelen ser más importantes que mil el 2 de abril. Ratifiqué lo que había platicado aquí en el blog, somos un buen equipo, ya nadie rema solo. Pero sí me quedé con esa sensación de que me gustaría ser un héroe, "una Mo Guishle" no cantada por ebrios irlandeses, pero sí determinado y con la mirada llena de confianza en el trabajo hecho, bien hecho y mejor ejecutado. Quiero, quisiera poder hacer de mi trabajo una quimera como lo es mi Jime o Edith. Igual ya me lo merezco.