lunes, febrero 16, 2004

La realidad reflejada

En Otros Ángulos hubo un debate con la gente de "A favor de lo mejor", una asociación de individuos medievales que insisten en la censura (disfrazada de corrección) en los medios electrónicos. Sostienen que si hay un aumento de criminalidad (no sé, en principio, si exista el tal aumento) o una descomposición social en general, es debido a la influencia de los medios en la gente. Son los mismos que a punta de chequera quitaron los nefastos programas tipo talk show que proliferaron hace unos tres años. Su criterio utilitarista es bobalicón y tendencioso, característica intrínseca de muchas ideologías, pero finalmente representan a un sector vasto y poderoso, no pueden ser ignorados. En fin, que una pregunta del auditorio ahí presente fue sobre la causa y el efecto: Los medios determinan la agenda social o la realidad social es reflejada por los medios.

Debatir el punto es una nimiedad, es claro que es una relación simbiótica. A mí, sin embargo, me fascina ver retratada mi realidad. Me gustó ver en Amores Perros las calles de mi ciudad en medio de la historia. Incluso el muy lejano y poco considerado barrio donde crecí. Obvio, eso fue en la parte marginal de la película. Me gustó The Insider por reflejar la realidad de una persona que se dedica a ganar dinero, a proveer a su familia, sacrificando su propia vocación, hasta un cierto grado, en un marco definido. El hablar del ambiente corporativo en una película es
también árido y críptico, a poca gente le interesa y poca gente lo comprende. No es un tema de pasiones desbordadas sino de secrecía y logias.

En 1986 se exhibió Rocky IV, con un enorme sentimiento populachero-americano sobre el inminente final de la Guerra Fría. Ya los americanos presentían que estaban a punto de ponerle en su jefa a los rusos y vía Joligud proclamaron esa victoria. Yo compré ese anuncio con esa película. Desde siempre fui anti-rojo. Que no anti-ruso. Tres años después cayó el Muro de Berlín. No fue gracias a Rocky. Pero la fe en que ocurra es parte del preámbulo del suceso.

Edith y yo fuimos a ver Lost in Translation el viernes en la noche. A mí me encantó la película, a Edith apenas se le hizo pasable. La trama no la contaré, pero sí digo que refleja fidedignamente el sentimiento de soledad que invade al trabajador viajero. La circunstancia puede variar y por lo tanto matizar muchos sentimientos. Pero lo que se observa en los viajes de trabajo está perfectamente descrito en la película. Comentaba con Edi que Sofía Coppola hizo una autobiografía, una historia de cómo ella se aburría cuando su papá la llevaba a larguísimas locaciones fílmicas y lo que miraba y descubría en esos remotos lugares. Más bonito aún: "cómo" lo descubría. Qué miraba en un antro, en una calle, en un monumento. Y sí, también qué miraba en las personas cuando estás fuera. Es bueno tener un precioso motivo para volver. Porque si no existe ese motivo, la vida te puede pedir que recorras círculos más amplios.