Esa película me encantó. The Hunt of Red October, donde parecía que el cazador buscaba presa cuando lo que buscaba era ser cazado.
Comcast, la principal distribuidora de TV por cable de Estados Unidos ha lanzado una oferta de adquisición "no solicitada" (hostil) sobre Disney. No será un proceso fácil, pero es necesario rescatar a la gran joya de los medios norteamericanos, la fábrica de balas de azúcar, según MaoZedong. Desde 1986 con el relanzamiento de sus estudios cinematográficos, Disney ha visto cumplir un ciclo más de gran importancia social como empresa. Primero con Little Mermaid (La Sirenita) y con varias películas más, hasta la joya de la corona de la segunda etapa, The Lion King (Hamlet para niños), Michael Eisner, el CEO de Disney logró recuperar a una empresa que estaba en la lona vía nuevos talentos creativos que ajustaron el modelo y los valores disney a los tiempos modernos. Y claro, vía generosos apoyos del gobierno y el establishment en general
Uno sabe de inmediato cuando está viendo una película de Disney, pero la tradición de manipulación del grupo ha quedado en evidencia sólo hasta muy recientemente, y aún con muchas dudas y velos sobre la verdad. La tradición de secrecía, misterio y manipulación de las corporaciones gringas viven en Disney su capítulo más logrado. Corporativamente es el sueño de miles de MBA's y mercadólogos que se rinden ante el éxito económico de un par de orejas. Creativamente es, sin disputa, uno de los puntos más altos de la cultura de masas estadounidense de todos los tiempos. Y aunque es dispareja su calidad, Jimena tiene en Mulán una de sus películas y role model favoritas.
Hay un otros tres conglomerados de medios muy poderosos: Viacom, AOL Time Warner y News Corporation. Pero lo que haría a esta operación particularmente peligrosa es la fusión de, en realidad, dos negocios distintos. Uno es creador de contenidos (Disney) y otro es distribuidor (Comcast). No es de extrañar que el fascismo y el control aumenten en esta época bushiana. MTV (parte de Viacom) ha anunciado una reclasificación de sus horarios de contenidos que, en el colmo de la censura, incluyen contenidos políticos como sólo aptos para adultos como resultado del pechogate de la Jackson. De hecho los otros conglomerados de medios también buscan fortalecer el binomio "productor-distribuidor", pero la concentración en aún menos manos, además de la posición dominante de Comcast, hace que varios liberales y neoliberales levanten las cejas ante la fusión propuesta.
La otra lectura es la patética forma financiera de Disney. Eisner efectivamente fue el mago salvador de la empresa pero ha cobrado sus servicios jugosamente. Sus honorarios han sido materia de discusión de las escuelas de negocios desde hace más de 10 años, justo cuando gracias al Rey León las acciones de Disney brincaron un 200% en su valor, y dándole con ello a Eisner a ganar, líquidos, en un sólo año, 212 millones de dólares. Ese dinero despierta envidias en cualquiera. Y poco a poco, la estrella de Disney-Eisner se ha ido apagando, a pesar incluso de su alianza con Pixar, que acaba de ser rota y de que Finding Nemo se coló como la película de animación más taquillera de todos los tiempos en USA.
La producción de contenidos, como inocentemente le llaman, es una industria estratégica para mantener el control y dominio del mundo. Eso no es secreto. Pero incluso esos mecanismos de control deben ser financieramente sanos, si no, pasa lo de Enron y nadie quiere más escandalitos. Por ello la oferta de Comcast, con todo lo mala que parece para la sana y libre competencia y con el poco tacto que tienen los bushitos en concentrar el poder y dejar de guardar cualquier apariencia de libertad, se consumará para salvar al Imperio del Ratón.
En negocios, como en los blogs y en la vida, nada es lo que parece.