jueves, julio 28, 2005

La música de mi padre

Debido a algunas breves pláticas por messenger con Salvador Leal y Agustín Fest y a que mi cerebro no sirve y conecta pedazos de recuerdos aleatoriamente con la realidad sin misericordia me he acordado de la música de mi padre.

Salvador me "presumicontaba" de su colección de mp3, lo más guarro entre lo fresa que se puedan imaginar. Picado (y herido, la neta) mi orgullo musicológico (no por la vanguardia de la que ignoro todo, sino por la guarrez, de la cual me considero vasto conocedor) le pedí un par de rolas. Una de ellas fue "Así te amo" interpretada por Paulina (nada que ver con la Paulina Rubio que most of you deben conocer). A mí la canción me gustó desde chavito, ganó el segundo lugar en 1977 un festival de "música" que organizaba Televisa, el OTI, del cual los más viejos algo recordarán. Recuerdo que a mi madre no le gustaba debido a que, decía ella, a mi padre le gustaba porque su amante se la cantaba. Nunca confirmé esa creencia con mi padre, no quería que la canción me dejara de gustar. Huelga decir que la canción, en mp3, es dificilísima de encontrar y que a pesar de que mi mamá tiene el disco en acetato no he encontrado el tiempo ni la gana de pasarla a digital.

Agustín por su parte me hizo acordarme de Facundo Cabral a quién conocí porque mi padre escuchaba contusa y continuadamente (Semidios dice que se dice así y por lo tanto, así lo digo) a Alberto Cortés. De esos viajes en carretera de la época prehistórica en la que no había mp3 ni siquiera CD Boxes nos llevábamos dos o tres kct's y los escuchábamos ad nauseam. Me gustó esa "ideología" muy de izquierda del sur del continente, no tan aferrada a la revolución como la cubano-mexicana. ¿Porqué fue que por Agustín llegué a Alberto Cortés?, porque en la plática me agarró un intenso sentimiento de "no soy de aquí ni soy de allá" y hablando con un árbol pos también me acordé de "mi árbol y yo". Y también porque extraño un poco a mi padre, a pesar de que las últimas veces que nos hemos visto nomás me platica de sus cosas y su religión cristiana y detecto una insoportable necesidad de reconocimiento y acpetación en él y un desinterés completo y absoluto en lo que me pase a mí, lo que sea de mi vida o la de mi familia.

Por ese sentimiento de "Gracias a la vida" y, por supuesto, a los dos que me la dieron.