Los atentados en Londres detonaron en los "media" la controversia tradicional de los atentados: ¿Cuánto vale una vida?. La corrección política (y sí, cierto humanismo elemental) exige decir que vale lo mismo cualquier vida, aunque todo mundo sepa que así no es y que hay lugares, como Guanajuato, en donde la vida no vale nada.
Claro que las vidas deberían valer lo mismo. Los sucesos de Ruanda, recreados ahora en una película y un documental (hasta que aparecieron en esos medios me enteré de su real dimensión), dan muestra evidente que eso es solamente un enunciado de intenciones que, no estoy seguro incluso de que sean "buenas intenciones".
La blogósfera no fue inmune a la corrección política de recordar que los atentados en Londres pueden tener origen en el papel británico en la invasión a Irak y que en Irak la cifra de muertos diaria es mayor, en promedio, a los muertos londinenses. No debería juzgar esas posiciones, pero no puedo evitarlo.
Los humanos valemos diferente cada uno. No valemos lo mismo. No vale lo mismo un individuo que cuestiona al poder establecido que uno que lo adula. Dos que lo adulan no valen lo mismo entre sí respecto al poder, porque uno puede ser torpe adulando y causar problemas y otro efectivo y causar adeptos. No "deberíamos" dar tanta importancia a ese hecho pero en la vida real no podemos evitar hacerlo: Darnos un valor frente a determinado grupo.
Y lo mismo pasa cuando nos agrupamos: Pese a que hay 5 paises más grandes que Rusia en tamaño de PIB resulta ser que Rusia tiene 10 mil megatones "al alcance de la mano" y por lo tanto, le tienen que considerar en sus acuerdos.
Por eso creo que el valor de una vida, medido en horas (gracias a esta vía que llegó a su vez poresta vía) o medido en estadística de atentado es un referente a la vez indispensable e inútil. Inútil es comparar el dinero que yo gano con el que gana Bill Gates. E indispensable. Como la Economía. Así veo las comparaciones entre los valores de las vidas.