Pero qué delicioso guisa Edith! Tiene una magia en las manos esa mujer! Raro, pero debido a que Jimena tuvo una infección en las anginas nos pasamos enclaustrados el fin de semana y por lo tanto tuvimos ahora visitas. Mi suegra y mi cuñado solamente. La suegra es la suegra aquí y en China. Es un ser que no puede evitar fijarse en cada cosa, criticar cada detalle, observar, con dejo de jurado de La Academia, la forma en la que se pone la mesa, el estado de los cubiertos, ls utensilios para servir la comida, el estado de los refractarios.
En realidad creo que mi suegra es más así con su propia hija que mi madre. Pero claro, mi visión es parcial, tendría que preguntárselo a Edith. Por lo menos trato de estar pendiente de eso, de que mi mamá no le tire mala onda a Edith tanto cuando la visitamos como cuando nos visita. Mi suegra es caso aparte. Lo que sí le reconozco es que es muy discreta en observar, no es fácil darse cuenta de que está juzgando todo.
Nos llamó en la mañana para saber cómo seguía Jimena y para avisarnos que "probablemente" iría a vernos. A mí me gusta que nos visiten ocasionalmente, puesto que no lo hacen seguido (este año 2004 es la segunda vez que se para por mi casa) así que se le recibe con gusto. El sábado nos la pasamos leyendo revistas, periódicos y El Código Da Vinci, y el domingo seguíamos en eso y en ordenar el fabuloso desorden de fotografías impresas que tenemos. No somos así que digan tan meticulosos ni guardamos las fotografías en ningún orden particular. Pero a sus casi seis años es justo que Jimena tenga ya un cierto álbum cronográfico de sus imágenes. Algunos viajecitos, eventos memorables y uno que otro registro "sin motivo particular". ¿Te acuerdas de cuándo fue esta?, y nosotros quitando telarañas a recuerdos relativamente cercanos.
Ya cerca de las 7 pm le dije a Edith "vamos a comer, tu mamá ya no vino". En lo que yo lavaba trastes ella preparó una ensaladita de lechuga y espinaca con un aderezo de aceite de oliva, vinagre (de Módena, but of course) y unas hierbas aromáticas verdaderamente ricas. Se inventó una pasta con "sopa", igual, a las hierbas (sí, se la inventó porque esa pasta no está hecha para comerse como pasta seca sino "aguada", en caldo y ella logró que se cocinara bien como seca) y unos trozos de pechuga de pollo super bien dorados y sazonados. Sí, soy lento para lavar trastes, pero no tanto, en 15 ó 20 minutos ya estaba lista nuestra comida dominguera. Y justo llegó mi suegra. De tanto que no nos visitan, no sabían el número de nuestro departamento, y nos tuvieron que hablar por teléfono para poder tocar el timbre de abajo.
Después de los correspondientes saludos y parabienes, llegó la hora de la cena: "Qué rica está la pasta, cómo la preparaste?", "qué bien está este tenedor para pasta, dónde lo comraste?", "qué buen aceite le pusiste a la ensalada, de cuál es?", "qué hierbas dices que son esas?", y así, al infinito. Es un ritual que no me gustaría ver seguido, pero que así de repente me divierte.
Mi güera aprobó pues, con 10, la inspección-visita de mi suegra. Recuerdo que cuando éramos novios le dije respecto a la actitud inquisidora de Doña Alicia: "El día que te ganes un Premio Nobel, tu madre en lugar de felicitarte te reclamará por no haber obtenido mínimo dos".
Sí, al parecer es una dinámica común en la relación "madre-hija mayor" mexicanas.