Me gustó mucho el post de Sikanda respecto al "share of mind" que tiene el sexo en nuestras vidas adultas. Anoche Edith me contaba, a partir de nuestra dosis semanal de Sex and the City, que en efecto muchas mujeres miden la calidad de la relación en un momento determinado con el termómetro del sexo. No sé qué tan generalizado sea, pero supongo que Edith sabe más de conversaciones "femeninas" que yo.
En la oficina me apodan "El Padre Amaro", porque insisten que no puede ser que no sea yo fan de congales y "table dance". No soy santo, aclaro, cuando voy bien que miro. Pero sí tengo un estilo monacal en la forma en la que hablo de mi vida sexual. Mi condición cuasimonógama (solo tuve dos parejas antes de Edi), el haber sido criado entre mujeres y con mucho pudor y recato quizá condicionaron ese desarrollo.
En realidad, procuro ser discreto. Nunca he entendido el objeto que tiene hablar de conquistas que, además de todo, son 90% fantasía, 9% imaginación y 1% realidad. Entre hombres la plática común es esa, el número, estadística, la variedad. La calidad puede incluso pasar a un término no tan importante (aunque conquistar una chava "bien buena" siempre añade puntos extras). Lo que importa es la estadística. Y presumirlo, principalmente presumirlo. El que no lo presume es mal visto.
Pero asociar la compatibilidad sexual con la compatibilidad de pareja me parece demasiado ingenuo. Pensar que un hombre "quiere" a una mujer por la buena forma en la que le hace el amor es algo que simplemente no puedo entender... será que soy hombre?