Carole King es de mucho tiempo antes de que yo escuchara música. De hecho su carrera musical, si no mal entiendo, empezó antes de que yo naciera, y su obra maestra, el Tapestry, es de 1972, cuando yo apenas intentaba cumplir mi primer año de vida. Y sin embargo esa rola, "you've got a friend", ha sido un himno de amistad desde que yo me acuerdo. Vía este blog un viejo amigo me encontró (escribí de él ya dos veces) y tuvimos un buen reencuentro el viernes pasado.
El encuentro fue extraño. Yo a él lo recuerdo cálido y alegre (digo, éramos adolescentes) y ahora la madurez le ha vuelto más frío, quizá un poco serio. Yo no sé cómo me recuerden mis amigos de ese tiempo (o mejor dicho, no quiero saberlo!), pero siento que no he cambiado tanto. La plática transcurrió más por la profesión (el estado de la industria) y la situación profesional (ausencia de futuro, como bien dijo cypher) que en los tradicionales "he hecho esto, lo otro y aquello". Hay un lenguaje común en la generación (quien lea a mis contemporáneos lo puede atestiguar) y también, lógico, muchas vivencias sociales compartidas.
Puesto que la buena fortuna de nombrarlo me ayudó a reencontrarnos, ahora diré que extraño mucho al cabrón de Mario Rendón (que seguro se googlea de vez en año). El pinche gordo (nada que ver con el blog ídem) fue mi mejor bróder en la época post-universidad. Nos peleamos creo yo que más por celos de que nos volvimos padre y madre (también era muy amigo de Edith) que por lana, aunque también hubo algo de eso. Nadie le quedó a deber a nadie, no me lo tomen a mal, pero él decidió echarse solo un compromiso económico del que él era mayormente responsable y se ofendió de que no nos solidarizamos con él (por solidaridad entiéndase apoquinar ocho mil dólares, más o menos, así nomás porque sí). Supe que salió adelante sin daños permanentes, pero él decidió dejarnos de lado en lo siguiente de su vida. Lo he buscado tímidamente (tan tímidamente como este post donde lo nombro para que sepa que lo recuerdo) pero con mucho cariño. A mí me ayudó muchísimo cuando éramos estudiantes y compartíamos las típicas pobrezas del estudiante. Luego, cuando mi noviazgo con Edith, se llevaron de pelos también y nos prestaba su departamento y demás. Éramos tan buenos camaradas, que nomás de recordarlo me está partiendo la madre el pensar que es una bobada lo que nos separó.
Espero encontrar el valor para asumir mi parte de culpa y encontrarlo.