El mejor programa que la televisión mexicana ha creado en mucho tiempo hizo ayer su última transmisión. Mucho revuelo causó acá que un "trinche payaso" se convirtiera también en "líder de opinión". Pero cómo no serlo cuando emitió el celebérrimo "No me pendejees, la gente está hasta la madre" ante el descaro de René Bejarano de tratar de justificar sus actos de corrupción descubierto "in fraganti".
Y sin embargo, ese famoso dicho lo dijo con el alma quebrada. Hacía ya dos meses que su esposa había sufrido un derrame cerebral. Ahí fue cuando salió a la luz pública que Brozo era tan desfachatadamente inteligente y mordaz debido a que su esposa había diseñado el personaje y pulido las aristas, controlado el temperamento del artista y lo había enriquecido con su confianza, bonhomía y creatividad. En una carrera profesional que lleva ya 15 años dejando diferentes huellas en el colectivo popular mexicano ("Láaaastima Margarito", quizá su más popular creación), Carolina, su esposa, era bastante más que "la mujer detrás de un gran hombre", era la arquitecta y diseñadora de la carrera de su esposo.
Basta observar el desfile del status quo mexicano en la transmisión del último mañanero de ayer para darse una idea de la penetración que tenía el tipo en la opinión pública nacional. Brozo fue portada de todos los semanarios nacionales cuando Televisa anunció su "fichaje" y prometió respetar el estilo irreverente y darle carta blanca para manejar su línea editorial misma que ya tenía un fuerte reconocimiento popular. Una cosa es ser irreverente desde la marginalidad de un canal que nunca pasa del 3% de rating y otra es usar el poder de la irreverencia en cadena nacional por uno de los instrumentos de control más afinados y poderosos del continente y, vía el canal internacional de Televisa, urbi et orbi. Sí, por lo que he podido comentar en el extranjero, El Mañanero era respetado en varias partes del globo por lo sui generis de su conductor, sí, pero también por la calidad de sus contenidos.
Es dificil mirar el futuro de Víctor Trujillo. No atino a pensar qué puede pasar con un tipo que sin duda es talentoso y creativo pero que pierde así de súbito buenas dosis de motivación y su Yang y complemento. Pero su obra quedó ahí, y esperemos que perdure esa irreverencia y espíritu crítico y que se extienda en el imaginario colectivo mexicano.