domingo, junio 13, 2004

Mi sala no tiene persianas

No se las he comprado desde que me cambié a este depto. No tengo cámara de video. Pude haber comprado ambas hace tiempo. No he querido. No me sobra el dinero pero lo he priorizado de forma diferente. No han encontrado prioridad en mi presupuesto ni la cámara ni las persianas.

Al cumplir Jimena sus seis años siento que estoy terminando una carrera. Llevo seis años (siete) persiguiendo, correteando el destino y hoy tuve por fin la sensacion de que ya lo estoy alcanzando. No la había sentido tan nítida antes. He tenido ilusiones pero la conciencia, la voz interna que no sabe callarse, siempre me dijo que eran eso, ilusiones. Hoy, durante el día, la he buscado para que me diga si esto que siento hoy, esta señal, mojón del kilómetro 40 es real o es espejismo y no, al parecer sí es real.

No hablo de mi último maratón, sino de uno de varios. El anterior, el que me llevó a salir de mi soberbia y mi "woobie-ísmo" (consulten a logovo para más información sobre este interesante tema) mostró señales parecidas al terminar: Un rumor estruendoso en mis tripas neurales, que crecía y me hacía sentir la necesidad de desnatar vía el teclado. Una esperanza/desesperanza claramente bipolar. Un esperar un milagro que llegó en varias formas de estabilidad (en el amor, en el trabajo, en la sorpresa). Un gusto y felicidad enorme por las cosas más sencillas. Una capacidad declarativa con poder suficiente para convertir en realidad el fondo que no mostraba su forma.

Qué queremos ser y cómo queremos serlo son cosas que Edith y yo nos hemos dejado de preguntar. Jimena se las empieza a preguntar de forma más cercana, le faltan aproximadamente 12 años para tomar su decisión, para decidirse, para tener que decidir algo importante para su vida. Suena a mucho tiempo. Construir buenas decisiones toma esas escalas de tiempo, yo lo creo.

Le gusta cuando entra el sol por alguna ventana, es su rincón favorito en casa de sus abuelos maternos, las ventanas por donde entra el sol en las mañanas. El depto en el que vivimos, en cambio, no recibe el sol hasta bien pasada la mañana. El depto anterior recibía el sol de la tarde en un enorme ventanal. Pero son soles diferentes.

Espero pues, que Jimena ya reciba el sol de la mañana. Los pájaros empiezan a despertar en su vida, ya cantan y trinan anunciando que sienten el cambio, el calorcito que trae el amanecer. Edith y yo estamos asomados a la ventana sin persianas...