El otro día, hace muy poco, que hablé de que chatear con Agustín me hacía recordar a Alberto Cortés no pensé que tan pronto tuviera otra remembranza al respecto. La primera sensación como esa me llegó cuando salí de la secundaria y un amigo "se me fue" ya que se mudaba al sur de la ciudad y, viviendo en el norte, no podía seguir en la misma prepa. De ahí a la fecha ya han sido muchas las veces que amigos se me han ido, pero afortunadamente ninguno se ha ido para siempre, sino que solamente, por equis o ye, desaparecen de mi vida y se siguen por caminos que yo no alcanzo a ver.
Con la desbandada reciente en la blogósfera (hay quienes incluso ya hablan de la caída del primer imperio) se perfila ya un claro desgaste de las fórmulas blogueras que, de acuerdo con Ruy Feben, pusieron ciertas bases en la blogósfera mexicana en su paleolítico tardío.
Ahora, en el neolítico tardío y cuando, creo yo, está lista la blogósfera mexca para pasar a una fase más civilizada donde haya un montón de tribus que "ni se ven ni se oyen" entre sí, la pérdida de líderes morales puede quedar incluso, como un hito que señale los nacimientos de ciertos cultos.
Agustín Fest ha anunciado un retiro "no-indefinido reservado" de las lides blogueras sobre las que ha regenteado por más de tres años. En alguna discusión con Jorge S. Badillo comenté que nadie ha leído la blogósfera mexicana como Agustín. Yo lo "ciberconozco" de mucho tiempo atrás y me dió mucho gusto "re-encontrarlo" en estos espacios bloguiles. Y de hecho cuando llegué a esta república él ya era toda una institución bloguil que, con el tiempo, ha ido creciendo en alcance e influencia.
Pero los tiempos también han cambiado. El anuncio de su retiro, que hace un año hubiera levantado una enorme polvadera, apenas ha hecho, como bien dice él, un post con relativamente pocos comentarios y poca repercusión en otros blogs. Estamos ahora en una blogósfera que cada vez se cita menos y roba más. Una blogósfera sí, qué bueno, muy atomizada pero también, por lo mismo, dividida en su mismo núcleo, en su misma naturaleza de comunidad. Las letras de Agustín son, para mí, rarísimas, es como leer un idioma que no es terrestre. El se autodefinió, alguna vez, como pequeño cuentahistorias (para este recuerdo me puse a revisar sus archivos, no encontré el post que buscaba y creo que eso lo define mejor que cualquier otra cosa). No es ni pequeño ni nada por el estilo. Escupe letras por nanosegundos y, para un lector glotón, no hay mayor festín que ese escupidero.
Mi pequeña contribución, a contracorriente de la ingrata blogósfera mexicana, es desearle lo mejor en ese retiro. Hay algunas apuestas sobre el tiempo que le durará. Yo espero que no sea mucho.