Hay emociones mixtas en el futbol para mí estas semanas. Después de un inicio aceptable, las Chivas van de capa caída y, haciendo efectivo el pronóstico de un amigo que con miras al superclásico que acaba de pasar (diga lo que diga Salinas de su partido de barrios, en cada liga hay solamente un Clásico Nacional) sobre lo mal que están los dos equipos, preguntándose cómo le iban a hacer para perder los dos. Bueno, pues en efecto, las Chivas iban "ganando" con un magro golecito que lograron atinar después de chorropotomil oportunidades y en el penúltimo minuto se dejaron empatar con un gol de lo más baboso (el América no sabe hacer de otros), y como si los dos perdieran, empataron.
En cambio en España las cosas dificilmente podrían ir mejor. El FC Barcelona ha encontrado un interesante equilibrio entre juego, goles, oportunidad y suerte y de 6 partidos disputados ha ganado 5 y empatado solamente uno. Y como en el deporte no sólo basta con la victoria del favorito sino que el enemigo debe ser humillado, el Real Madrít, con todas sus "estrellas", navega en el fango de su onanismo y a media tabla, con su peor racha de goles anotados en un inicio de temporada y habiendo ya cambiado de Director Técnico y con varios escándalos en su registro.
Ambos equipos (el Madrít y el América), cada uno a su manera, simbolizan la soberbia estupidizante que los culturosos le critican el espectáculo deportivo. La manipulación mediática y el requisito del triunfo a toda costa. El inyectar dinero a lo pendejo pensando que así se resuelven las cosas (y no que las Chivas y el Barça no gasten, gastan y mucho) solamente con dinero, como los muy criticados (y también envidiados) "nuevos ricos". El América decidió dar golpes de efecto en el verano y se gastó más de 10 millones de dólares en "reforzar" al equipo, pagando casi 3 millones a la Lazio italiana por un jugador, el Piojo López, más veterano y caduco que nada. El Madrít, por su parte, ni tardo ni perezoso fue a botarse el dinero que le dejó el fichaje de Samuel Eto'o por parte del Barcelona en Michael Owen, un muchacho que hace 6 años en Inglaterra prometía muchísimo pero que llevaba tres años en el Liverpool sin demostrar otra cosa que cierto oportunismo y cierta velocidad.
Lo que justamente no me gustó de las Chivas y sí le admiré al Barça del fin de semana fue su "saber ganar". El Guadalajara tuvo todo para meter tres o cuatro goles más, menos la ambición. El Barcelona, sin tino ni suerte, enchufó una y la supo defender, porque si bien es cierto que importa jugar bonito y bien, a la hora de elegir, todo mundo prefiere el resultado. Y es lo que cuenta en el espectáculo deportivo, saber ganar.