El año pasado el primer "frente frío" llegó al DF en octubre, a finales. Este año ya llevamos dos semanas de lluvias torrenciales y unos días en los que el termómetro no se cansa de bajar. El blogprofeta del cambio climático (carrilla sana) ya bien pudo haber hecho un post para explicarnos a los legos esta situación.
Ayer a mediodía por primera vez en dos semanas pude sentir algo de sol. Pero no era un sol que calentara, mucho menos que quemara, a pesar que, raro, el aire estaba despejado y no había viento. Se me ocurrió pensar en un sol romo, que en efecto, se dejaba sentir, pero al contrario de como suele aparecer, pedía que uno lo alcanzara, más que bajar a tocarnos.
Hoy lunes, acumulándose durante la mañana los imecas en su lucha contra los aztecas, el sol vuelve a ser el mismo, punzocortante. No me gusta ese sol. He descubierto que me gusta ser acariciado y que no me gusta ser golpeado.