Alguna vez leí que en una ciberpublicación "de negocios" que el papel del Gobierno en la economía estaba siendo mal hecho. Que, comparando la economía con un aeropuerto el papel del Gobierno no era el de "controlador de tráfico aéreo" (entiéndase política monetaria, carga impositiva, etc.) sino "constructor de aeropuertos" es decir, dotar de infraestructura a la sociedad para que la sociedad, ella solita y con las reglas del mercado, pusiera en movimiento la economía.
Con todo lo aberrante que pueda sonar esta propuesta, tiene mucho sentido que la responsabilidad del Gobierno hablando estrictamente de Economía sea la de dotar al país de un ambiente donde la gente pueda llevar a cabo su actividad económica en las mejores condiciones posibles. Obvio que tendrá otras responsabilidades en el aspecto social, educación, salud, desarrollo social equitativo, igualdad de oportunidades. Pero su papel como regulador suele ser, en efecto, asfixiante.
En la Ciudad de México existe una obra vial que ha traído muchas críticas al actual alcalde, el multicitado Peje, López Obrador. Ha destinado algunos cientos de millones de dólares a construir una vía libre sobre la vía libre más característica de la ciudad, el "Periférico". A mí, usuario intensivo del tráfico citadino, me parece que la obra es, en términos generales, benéfica. Sé que la ciudad en general requiere otro tipo de obras (especialmente metro, transporte público de mucho mayor impacto social) pero sé también que los que traemos auto necesitamos esas obras.
El efecto del tráfico es, curiosamente, perverso y muy contradictorio. Oscar, mi nuevo jefe, vive en el norte de la ciudad. Nuestra oficina está en la parte "centro-sur". En distancia no es tanto, serán unos 18 ó 20 kilómetros. De madrugada, la distancia se recorre en 15 minutos, de su casa a nuestra oficina. De mañana, en "hora pico", son dos horas y media. En la noche igual. Sí, para evitar pasar cinco horas diarias de su vida atrapado en el tráfico, Oscar decidió salir de madrugada de su casa. Pasa al gimnasio que está cerca de la oficina a las 6 am (sí, sale de su casa a las 5:45 am) y a las 7 y cachito de la mañana ya está trabjando, "siendo productivo". En la noche, para evitar el tráfico, se queda hasta las 9, 10 de la noche. Aún así, sí se tarda una hora en llegar. Oscar tiene 42 años y dos hijos, uno de 7 y otro de 5 que no le ven la cara en toda la semana, aunque duerma en casa.
"Calidad de vida" fue el mantra que eligieron los defensores del Peje y sus súper obras viales. "Productividad laboral y económica" es la consecuencia lógica de tales obras. Pero resulta que si se termina la obra como está proyectada, Oscar no tendría que hacer ese horario tan matado y por lo tanto la empresa lo explotaría menos. Si alguien encuentra sentido, favor de pichármelo.