Siempre le busco el perfil al frente. Me gusta verla de lado, tipo José Agustín. Pero el corte oblicuo me da siempre su mejor ángulo.
Edith no es para verla de frente. Engaña, parece vacía. Es el anti-holograma. Toda ella es dimensiones, no hay planos. En ese sentido es la mujer quintaescencial. Solo a través de un corte es identificable.
Su destino parece siempre torcido, sesgado. Me gusta seguir su línea, no lo hemos podido evitar, ni estoy seguro que queramos hacerlo.
Pero sesgo también es un participio irregular de sosegado.
Torcida, oblicua, pacífica. Gracias Edith por darme camino