Los niños no han ocupado mucho lugar en La Historia, así, cuando es ñora gorda y respetable y escribe su nombre con mayúsculas y sangre. La aparición como "especie" más importante que han tenido fue en la Cruzada de los Niños, aventura medieval en la un grupo de 10 mil niños pretendió formar un ejército que reconquistaría Tierra Santa de mano de los infieles islámicos. No pasaron de Italia y los vendieron como esclavos.
Como individuos, el niño prodigio "prototipo" fue W. A. Mozart. Pero su imagen histórica no es tanto la del niño genio que tocaba maravillosamente el clavicordio a los seis años, sino la del adulto inadaptado y genial cuya inspiración parecía cosa de magia, si no de plano satánica.
Ahora que los Juegos Olímpicos acaparan las marquesinas reales y virtuales, muchos de mi generación no podemos olvidarnos de la más grande heroína olímpica que nos ha tocado ver. Yo tenía cinco años cuando Nadia Comaneci conquistó el mundo en Montreal 76, mi barrio era uno más en la ya muy grande Ciudad de México (que aún guardaba cierto calor olímpico de ocho años antes) pero la repercusión social de Nadia fue enorme. Niñas con colas de caballo, haciendo "ruedas de carro" y todo tipo de maromas, queriendo ser como ella. Ya Jordi Soler, ex-dj y escritor mexicano, publicó en Letras Libres en Octubre de 2000 (no hay link, el f* site es de paga) un artículo donde narraba cómo su generación la convirtió en musa onanista. Yo era muy inocente para eso, pero recuerdo que aprendí a odiar a los soviets y todo lo que oliera a comunismo de la mano del robo que le hicieron a mi ídolo en la prueba de viga de equilibrio, cuando le tardaron media hora en publicar su calificación y que fue, misteriosamente, 5 centésimas de punto inferior a la que necesitaba para quedarse con la medalla de oro. A los casi 9 años, ya sabía lo necesario para idolatrar y odiar.
Los JO's de Moscú 80, de hecho, no se caracterizaron por su limpieza, a los marchistas mexicanos los eliminaron en un tunel oscuro y sin cámaras a 600 metros de la entrada al estadio olímpico. El colectivo popular tenochca, siempre proclive a cobijar a ídolos caídos, o en desgracia, hizo toda una telenovela de la historia de Nadia, tema musical incluído (una tonadita de piano simple y cursilérrima que si alguien la tiene en mp3 y me la puede enviar, le estaré eternamente agradecido). Y no era para menos, la historia de Nadia, de gran trascendencia popular, escondía, lógicamente, un lado oscuro bastante terrible. No olvidar que en ese tiempo gobernaba su país el HP de Nicolás Ceausescu, de nefasta memoria.
Así, más que por su vida de adulta, Nadia ha pasado a La Historia como la niña pequeña y delgada que conquistó al mundo sin otra cosa que su talento deportivo. Han ido y venido muchas más. Pero para nostros, la Gen X, nadie, nadie como Nadia