miércoles, diciembre 03, 2003

Recordar mis sueños

El "hubiera" del post anterior sumados a la lectura de La añorada Astrofísica que he hecho los últimos días me han remitido a mi sueño más irrealizado y quizá el único acto en mi vida del que sí me arrepentí (ya no, pero tuvo que llegar Jimena para superarlo): No haber sido astrónomo (astro-mono?).

Yep, yo fui de la generación que despertó a la vida viendo Cosmos de Carl Sagan y que devoró materialmente todos los libros de divulgación de la ciencia que solían pulular a principios de los 80's. Recuerdo mi primer libro de Astronomía: Universo sin fronteras, de Piero Bianuci, un divulgador científico italiano. El libro se escribió con motivo de los viajes de la Voyager I y II a Júpiter y era un manualito de astronomía básico. Incluía consejos para convertirse en astrónomo aficionado y una síntesis muy somera pero completa de la ciencia astronómica en general, desde la Luna y el Sol hasta cosmogonía y "exobiología" (protociencia que intentaba estudiar la forma en la que la vida pudiera existir fuera de la Tierra). Era 1978, dos años después, en la Feria Metropolitana del Libro, en el Pasaje Pino Suárez (Feria que, junto con el Festival OTI y alguna otra cosa, compartía mi edad y que por lo tanto me identificaba) me compró mi mamá el segundo libro de este señor Bianuci: "De los átomos al Cosmos". Y de ahí en adelante todo fue pensar en ser astrofísico. Mi padre me compró un reflector Cassegrain de 15 cms. y ahí demostré desde los 10 años, que lo "físico" no era para mí, era un pésimo observador así que decidí que lo mío sería la Astrofísica. Sí pues, mucha ilusión. Y mucha ingenuidad.

La revolución cibernética (cibernecia) robó gran cantidad de talento a la Física y a la Ciencia Pura en general desde finales de los 80's pero todos en el corazón seguíamos con la espina clavada. Recuerdo que el tema de la astronomía era el principal en los breaks de cualquier "global meeting" de "software sales engineers" a los que asistí cuando aún no me pasaba al Lado Oscuro de las Ventas. Ok, también Rocket Science abundaba, pero sólo para los gringos y franchutes (ahí aprendí que según la sabiduría popular, los diseños de cohetes rusos son más seguros y más peligrosos que los gringos).

Me gusta mi actual profesión. No tengo la disciplina que se requiere para ser un astrofísico. Pero sí que me apasiona todavía leer a Carter, a Thorne y demás vacas sagradas. Y sí, geek y naco, lo primero que quise visitar en Boston fue el MIT. Caminar los pasillos del hubiera.