Érroneamente he comparado este humilde rinconcito con el de Daniel Salinas, mal llamado Cuna de Porquería. Lo he hecho vía la simplista clasificación de links entre los que son diferentes a este (la gran mayoría) y unos que yo consideraba parecidos a este. La afición de Salinas por su vida marital, su evidente amor por su esposa, el gusto futbolero (aunque su equipo a mí me vale un pepino), me hicieron asociarlo con mi realidad y un poco con mi blog. Eso fue en mis primeros días de bloguero. Con el tiempo, mi blog-imagen ha devenido en la de amoroso padre (eso soy, sí) y a Salinas, injustamente, se le ha llegado a llamar racista. Decir la neta no es racismo.
El racismo es un tema harto difícil. Y es difícil porque existe pero es tremendamente elusivo. A diferencia de Salinas, yo soy moreno tendiendo a zambo y sí, lo he padecido en carne propia. Poco, tampoco me tiraré al drama, he podido lidiar con ello gracias a buenas dosis de mamonería pseudointelectualoide (no tanto, tampoco llego a culturoso). De hecho, a últimas fechas, la reacción social en mi contra ha sido más por ser chaparro y algo gordo que por mi color de piel. Eso es, según yo, otra forma de racismo.
Pero cuando se habla con particular énfasis en la razón, no hay de otra sino atender. Ya había yo leído una exposición semejante a la de Salinas, en la pluma de Porfirio Miranda, un gran pensador mexicano de la derecha conservadora (sí, los hubo) y fallecido hace porco tiempo. Es importante desmitificar el indigenismo sin pasión y con razón y es en mi opinión en ese único punto donde Salinas falla, la pasión se le sale por las sílabas y es fácil que sus lectores filo-neozapatistas se pierdan en comentarios y pierdan de vista lo escencial. Y es ahí donde está la fibra más delicada del racismo y el porqué es tan dificil abordar el tema. El racismo deviene rechazo y eso no es una idea sino un sentimiento. Ser rechazado sin razón sino por sensación es imposible de manejar objetivamente, cualquier manejo de la situación requiere de una declinación. Estamos hablando de victoria y derrota.
Oliver North declaró en 1991 que el problema de los negros en Estados Unidos era que no se sentían capaces de compartir el sueño americano. Aunque a muchos les parezca que mencioné demasiadas cosas vomitables la última frase (incluyéndome a mí), se me quedó muy grabada la reacción de un amigo con el que comenté la noticia en aquellas fechas. El chavo en cuestión era un fresilla venido a menos que estuvo 4 años en Miami trabajando de "mojado". Yo lo comenté en tono de "mira que estupidez dijo este güey" y el, ignorando mi tono o no habiéndole prestado atención (nunca lo sabré) me dijo: "ese güey habló al chile".
Plop, Armando como Condorito.
Mi relación con la vida y mundo y raza indígena ha sido mínima. De hecho, nula. Ya incluso comenté que soy víctima de la orfandad cultural que da sentirse occidental con la piel morena. Respeto el blog de Julio Sueco, creo que en el nombre del blog está su vocación y creo, un poco a diferencia de Salinas, que es una vocación legítima; pero creo que hay palabras, ideas, con las que debemos ser en extremo cuidadosos. Racismo es quizá la más fuerte de ellas. Propiedad privada, herencia cultural, organización social, desarrollo y progreso son conceptos que Marx descompuso terriblemente. Racismo, raza son las ideas que, creo, laten en el corazón de esos conceptos. Hay, insisto, que tener mucho cuidado.