martes, diciembre 30, 2003

Mi chinampa en un lago escondido

La semana que más me gusta del año en el DF es la que transcurre entre Año Nuevo y Día de Reyes. Es siempre la que tiene el aire más limpio y las mejores vistas. Justo en este momento está cayendo una discreta llovizna lo que es síntoma que nuestros volcanes y cordilleras cercanas se llenaran de nieve en sus cumbres. El Ajusco y una parte de las montañas aledañas, el Cerro del Judío, quizá el Desierto de los Leones. Ha estado el clima gélido, y hacía falta un poco de agua, el frío era de anhídrido carbónico, seco. Sin demasiado tráfico (nunca se va del todo) la ciudad es amable, torpe también. Boba en su inmensidad.

Yo de niño viví en un barrio que ahora es el tercero o cuarto más peligroso de la ciudad, la colonia San Felipe de Jesús en la parte noreste. Era más antisocial que ahora por lo que no hice muchas amistades ahí. A los once años nos mudamos a un "fraccionamiento residencial" que ya era algo más clasemediero, Bosques de Aragón, que aunque no es, administrativamente, parte del DF, está claramente incrustado en la Zona Metropolitana, no es lo que podría llamarse un suburbio. En ese tiempo me gustaba ir a la avenida Central a mirar los volcanes, al sur el Ajusco (que no es volcán) y al oriente el Popo y el Iztla, justo en esta semana. El viento frío era en una sola dirección, ya que el "camellón" de esa avenida era grande, de 20 metros de ancho y no se arremolinaba mucho por el pasar de los autos. El puente peatonal que construyeron un año después de que llegamos ahí fue también un buen amigo. Bosques colindaba con el "lago de texcoco" así que también excursionaba en bicicleta para ver mis volcanes fondeando la llanura.

Ya viejo no dejo de mirarlos, de buscarlos cada que veo que el día está despejado.