lunes, diciembre 15, 2003

Damos la vida sólo a lo que odiamos

Tengo inserta en la médula esa frase de un poema, creo, que copié en la preparatoria. En fin, que la idea me vino por todos estos desmadres. El país, la Guadalupana, Saddam (ya veo a Chango 100 haciendo su concierto en ayuda de Saddam). Todas son causas por las que nadie da la vida. Tiempo sí, mucho, sólo es cosa de ver las noticias en TV, o leer nuestra sabia prensa. ¿A qué le podemos dar la vida?

La reforma fiscal que propuso Fox y que no supo defender (imponer?) ha quitado muchas ilusiones del ambiente de negocios. Aunque parezca que ganó, Roberto Madrazo acaba de arrojarse a la fosa que él mismo cavó si es que aspiraba a algo en el 2006. Las elecciones, me dijo un buen capitalista, se ganan con dinero. Y entre la multa del IFE y lo enojados que están con él los capitalistas, Madrazo no podrá colectar para su campaña ni medio centavo. Ergo, está perdido: Un político pobre es un pobre político, según nuestro nunca bien ponderado prócer Carlos Hank González.

Yo fui un genuino guadalupano. En mi adolescencia buscaba en el manto verde con el decorado de estrellas la verdad que me negaba la vida. No en interpretación zodiacal, pero sí con mucho misticismo. Mi escuela secundaria quedaba relativamente cerca de La Villa y mis peregrinares eran pues sencillos y frecuentes. Sí, la imagen de la madre amorosa me cautivaba. Mi madre es linda y amorosa ahora, pero en ese tiempo ella era muy infeliz. También pedí alguna vez por ella. La comunión de tanta gente que pide, que ora, es algo que a la fecha me maravilla. Pero al mismo tiempo me repugna lo que de ahí se revela: Somos pedinches. Eso NO está bien. Pero a mí se me quedó grabado que La Villa es el lugar de la religiosidad, y cuando se me abruma con bendiciones (suerte, azar, premios, recompensas) es ahí a donde asistimos a agradecer. Además, mi madre y mi hermana son Lupitas (sí, Jimena tiene, como todo buen mexicano, una tía Lupe). Ni modo de no festejarlas.

Y bueno, respecto a Saddam, pues ya se le hizo su regalito de Navidad a Bush. Espero que lo juzguen por lo que hizo con los kurdos antes y mejor de que lo juzguen por el supuesto intento de asesinato del Bush padre, ambos crímenes, sí, pero de muy diferente calado. Ingenuamente, mi primer pensamiento fue que el juicio lo condujera la Corte de La Haya, pero pues ya mero los gringos lo van a soltar para que lo juzguen en las uropas. En fin, a los amigos (Pinochet) justicia y gracia, a los enemigos, la Ley a secas.

Damos la vida sólo a lo que odiamos