jueves, marzo 17, 2005

Vanity hour

Estoy contento con mi trabajo de los últimos tres días. Por primera vez desde que era joven, muy joven, me siento parte de un equipo de trabajo que tiene muchas posibilidades de ser exitoso. Y viendo en retrospectiva mis experiencias de trabajo, cuando sentí esas posibilidades era yo muy ingenuo y cuando me sentí parte de un equipo de trabajo siempre sentí que era una misión imposible.

No ahora. El último evento en el que participamos fue todo un éxito a pesar de que el lunes a las 10 pm todo auguraba un fracaso rotundo. El stand era horrible, no se parecía nada a lo que nos habían mandado como muestra de diseño. Además estaba mal montado. Los artículos promocionales que encargamos no llegaban y los que llegaron eran de pésima calidad. Sólo los folletos que mandamos a hacer correspondían a lo que esperábamos proyectar.

Y de repente, dos horas antes de empezar el show, dejamos el stand en condiciones mínimas aceptables, llegaron dos guapas edecanes, llegaron los promocionales que nos faltaban, funcionaron las pruebas de software en vivo que no habían funcionado bien antes y todas las presentaciones que hicimos captaron la atención de la gente. En otras ocasiones, en esta misma empresa yo me había hecho cargo de casi todo el evento, desde la preparación de los materiales y la selección del stand hasta la atención durante el evento en lo que mis grandes jefes hacían relaciones públicas con las edecanes finlandesas. Los resultados fueron, evidentemente, medianos. No fue así este año. Tuvimos uno de los stands más grandes de la feria y nos llegaba gente por todos lados. No paré de hablar durante dos horas y media, dos veces cada día, dos días. Atendía a uno y a otro y a otro y a otro prospecto, o gente interesada, o curioso mirón. Pero no fui el único, jefes y compañeros trabajaron igual o más duro atendiendo a la gente y con mucho profesionalismo, empatía y entusiasmo.

Al darme cuenta de eso, de que todos estábamos chingándole duramente, me sentí tan a gusto como no me había sentido nunca. Es una sensación extraña y que, estoy seguro, poca gente siente. Siempre sientes esos problemas en un trabajo, que la gente no está dando su esfuerzo o que no hace bien su trabajo. Yo hasta en eso he conseguido suerte. Me la he hecho, es cierto. Obiwan Kenobi dijo eso, que no existe la suerte sino las condiciones altamente favorables que hacen que un evento tenga mayor tendencia a ocurrir.

Ese evento ocurrió y ocurrió bien. Este blog abandona su carácter antigráfico nuevamente (sí, ya van cuatro excepciones, ya son muchas, ya no son excepciones) y me toca presumir mi rostro profesional.