miércoles, marzo 09, 2005

Peleas sin destino

Soy fan de Citius 64. Alfredo navega por mí (es un decir) y siempre reseña y enlaza cosas que me interesan. Enciclopedia de pendejadas, diría Pepo, por ser datos interesantes (algunos muy interesantes) y sí, inútiles.

Y como fan sigo su causa con interés su "cruzada personal" respecto a la Iglesia Católica. Enfatizo el "respecto a" y no "contra". Al parecer educado por jesuitas (estoy especulando, pero esas etnias solemos identificarnos) está preocupado por el ultraconservadurismo que se ha apoderado de la Iglesia en los últimos años. Me parece interesante una personalidad que aboga tanto por el librepensamiento y al mismo tiempo lamenta la decadencia de la Iglesia (entidad decadente a rabiar). No entiendo el afán de mezclarlos, de llevar librepensamiento a una institución que, necesariamente, se rige por el dogma.

Pero el "cuadrado" soy yo. Mi vena reduccionista se volvió dominante al nacer mi hija y ocuparme en educarla. Y es que, educando a un hijo, no se valen medias tintas ni mezclas ideológicas experimentales. Todo tiene que ser claro, definido, nítido, hegeliano quizá.

Me preocupan sobremanera los padres que, como Víctor, piensan que deben educar a sus hijos igual que ellos fueron educados ya que "así salieron bien". La educación requiere un cuestionamiento "a priori" de los actos y convicciones "a prueba de balas". Mi táctica con Jimena ha sido esa: En estos primeros años, nada de ambigüedades, que la vida está llena de esas. Un esquema mental claro, limpio, bajo bases sencillas de entender y de aplicar.

¿Cuáles son esas bases? Libertad y respeto, creo que podría yo resumirlas. No podemos controlar nada de lo demás, y por eso todo nos puede llegar a parecer relativo. Libertad de pensamiento, que esa jamás se la podrán quitar y respeto por su entorno, inmediato, mediato y lejano. Pensar trae conciencia y el respeto se convierte en la encarnación válida de lo que, en otros ámbitos, es debatible moral.