lunes, enero 24, 2005

Valor artístico

En Closer se burlan pero confirman la importancia de internet. El primer "media" verdaderamente democrático. Dos eventos de la blogósfera, en aparciencia desconectados, confirman que esto de "bloggear" es para muchos un paso apenas intermedio, un sucedáneo, un café ersatz de lo que es la verdadera literatura, la de los libros, el verdadero valor artístico.

El afán de definición al respecto no es vano. La discusión lleva siglos y no se zanjará ahora, con todo y nuestros poderosos esfuerzos. Como sea, las discusiones ociosas son una de las mejores formas de perder el tiempo, puesto que confirma la naturaleza vana del mismo (uy, qué zen!).

He leído con interés la contienda entre mis hermanos batianos y el crítico apodado "El Charco" (o charcoman, whatever suits him the best, cuidado con el link, el tipo postea dos novelas en cada "entrada"). Mi distancia geográfica con la Santa Sede (Tijuana) de mi Iglesia me hace confundirme con frecuencia, puesto que yo pensé que el famoso Charco era ya un batiano honorario.

El famoso debate es sobre la "defensa" (tibia, débil, casi indiferente) que hizo el crítico sobre el hecho de que dos personas en TJ (me rehúso llamarlas artistas hasta que "vivan de ello") hicieron el trámite de pedir dinero para "difundir su obra" en un programa que tiene el presidente municipal de Tijuana de atender personalmente a los ciudadanos. Manuelus hizo pomada a las gemelas por el asunto. Y el Charco dijo (según recuerdo, puesto que el post orginal de defensa no aparece en el histórico de dicha página) que a los demás ni les va ni les viene lo que hagan ellos ni lo que se haga con el dinero de nuestros impuestos, puesto que peores cosas se hacen con tales dineros.

El Charco se equivoca flagrantemente con ese argumento de defensa. La defensa de las famosas hermanas sería mucho más sostenible si se basara en el principio básico de la libertad. Ellas tienen todo el derecho de ir y pedir limosna a quien su regalada gana les dé. El programa de Gobierno de atención ciudadana directa existe porque es una buena forma de demagogia, pero también es un buen mecanismo para acceder "sin intermediación de la burocracia" a quien detenta el poder. Ahí, tal cual, es donde falla la buena defensa de Fausto Ovalle a la causa en contra de pedir. Criticable desde el punto de vista social sería, eso sí, el hecho de darles el famoso dinero.

Conflictiva por su parte apela a la cuestión sentimental que es menos despreciable de lo que parece a simple vista. El hecho de considerar su causa como merecedora de la misma atención por parte de la autoridad que otros trámites como problemas de salud, jurídicos o de educación (aquí me imagino pidiendo audiencia con el Peje para que le dejen de poner trabas a Jimena en la SEP) es, sin embargo, solamente una manifestación de su megalomanía e impotencia.

Creo que a esto se reduce el asunto. Las creaciones que comunican algo encuentran siempre una vía de expresión, sea un libro o un blog o un escenario. La promoción (y el reconocimiento público) de tal creación es necesariamente dispareja y afectada por muchísimos factores. Pero el principal factor tiende a ser la necesidad del creador por dicho reconocimiento y su capacidad (necedad, necesidad, interés, entisuasmo) por conseguírselos. Además de eso creo que ambos resultados tienen que ver con los mecanismos de mercado, pero sin duda el uso de tácticas de ventas siempre ayuda: La labor de autopromoción, de búsqueda de ayudas, de dádivas, de correr de boca en boca logran una presencia en el subconsciente colectivo. La suerte, la "coincidencia" de estar en un mismo lugar "proveedor-comprador" es otro factor nada despreciable. Es el caso de amqs que, a fuerza de permanecer en "el top of mind" de la blogósfera encontró su vía para otro objetivo.

El dilema del creador es, será siempre, asignarle valor a su obra. Es un dilema vacío, puesto que ninguna obra creativa posee un valor intrínseco. Pero es típico de los creadores entretenerse con la pelusa de su ombligo. Lo interesante es que vivimos en un mundo que, a veces, valora muchísimo las pelusas de ciertos ombligos. El saber cuándo, cómo y con qué magnitud es que eso ocurrirá es sin embargo, un misterio envuelto en la duda del enigma.