martes, enero 18, 2005

La suerte del campeón

Es un dicho deportivo para decir que cuando tienes todo para ser campeón, hasta los días que juegas mal ganas. Es también una forma de decir que el trabajo ayuda al azar, y a la bizconversa, es decir, que el azar refuerza los resultados del trabajo.

Una clave de lo que consideramos nuestro éxito como pareja es un ingrediente particular en cada uno de nosotros, la vena masculina de Edi y mi vena femenina. ¿Tuvimos la suerte de encontrarnos?, yo creo que fue la suerte del campeón.

Edith no tiene el mínimo problema en cargar un garrafón de agua (20 kilitos) y acomodar los sillones de la casa o cambiar una llanta. De hecho ella pone los taquetes y los clavos mejor que yo y es más diestra en el uso del desarmador. Pero por supuesto que esa no es nada más su vena masculina. Sus cualidades abarcan también una interesantísima estabilidad emocional (nunca le da PMS!), una increíble capacidad de autocontención (muy rara vez grita), una velocidad espectacular para arreglarse (apenas 5 minutos más de lo que yo me tardo), un alma refractaria a la sensiblería (que no quiere decir que no sea sensible), gran elasticidad física y espiritual (tipo Elastigirl), una posesividad relativamente baja (casi nunca me llama a la oficina o al celular) y glándulas lagrimales de muy baja capacidad (tiene otras cualidades pero ya con eso les digo mucho).

Por mi parte, sin falsas modestias creo que tengo vacunas contra varios de los más odiados defectos de mi género (no contra todos). Soy un tipo sensible, bastante atento y pendiente de los detalles. No soy metrosexual, pero sí soy razonablemente higiénico. No se me olvidan las fechas. Sé hablar de mis sentimientos y de los de los demás (y de hecho me gusta hacerlo). Me reporto con razonable frecuencia y me gusta ir de compras y de super (soy bueno escogiendo en tiendas).

Incluso acepto que varios de estos hábitos son "refuerzos", es decir, yo lo hago porque ella lo hace (me reporto porque ella no me presiona) pero al inicio de la relación llegamos en buenos términos a ese respecto. Lo que si pienso en las escasas posibilidades de que existan individuos así y que además se encuentren (sí, nos asumo como relativamente excepcionales, no me van a decir que conocen muchas mujeres así o tipos así) sí pienso que el azar fue demasiado generoso, o que no podía ser de otra forma sino que nos emparejáramos.

Y la verdad, cómo lo he disfrutado.