martes, enero 04, 2005

La disculpa

Los quince días que me tomé de blogvacaciones me han sentado mal. Así se lo comenté a Edi la última noche de 2004, en la que me lamenté que el 2005, tan rico en trabajo como se asoma, no me permitiría continuar este blog con la intensidad acostumbrada. Ella me animó a buscar tiempo y espacio. Pero lo que no le confesé es que me sentía falto de idea, de tema. Ya dije lo que tenía que decir.

Manuel me preguntó hace quince días si nunca había sentido deseos de mandar a la chingada mi blog. Le dije muy mamonamente que "yo no tenía esas ciclotimias"... más pronto cae un hablador que un cojo, por supuesto.

Semidios me dijo "maese, escribimos sobre la vida, no hay límite de temas". Genio el muchacho, como siempre.

Hace poco más de un año, como parte de mi blogformación, hice esta nota explicativa. El subtexto de este blog, poco leído (no está por ninguna parte, salvo en la descripción), es la promesa de disciplina. Y la rompí estos días. No fue una ruptura abrupta, sino progresiva y circunstancial, si es que esos pretextos caben.

Robert Fripp tiene de nuevo, como muchas veces, la respuesta: "If we change our way of doing things, structural change necessarily follows." Fripp's view was that the revolution, if there was to be one, would come from a transformation in the lives and consciousness of individual people, and not from programs imposed from above, which inevitably breed counter-reaction. Me gusta el énfasis de "necesariamente". Y por supuesto, me entusiasma la amplitud de "cambio estructural" que suele ser enorme. También el no cerrar la puerta a "La Revolución", que no es otra cosa sino cambio acelerado. Ritmo impuesto. Y la disciplina lo convierte en ritmo autoimpuesto que es el único sostenible.

Este pequeño intento de pequeña disciplina está de vuelta al ritmo autoimpuesto. Lo necesito.