lunes, febrero 28, 2005

La dura realidad

La gente en el cine nos miraba con cierto recelo. Parecía una crueldad inaudita llevar a una niña tan pequeña como Jimena a ver una película tan efectista como Voces Inocentes, una película donde la realidad come, muerde.

A partir del post anterior donde la mencioné sin reseñar la experiencia de verla y más bien planteé la pregunta básica de si se justifica que los niños vayan a la guerra hubo una reacción de un lector salvadoreño que bien pudo ser cualquiera de esos niños de la película. El enterarme y leer esa reación me hizo pensar que en efecto, vivimos tiempos interesantes.

Thomas L. Friedman, columnista de Relaciones Internacionales del New York Times, sostiene la teoría de que el orden mundial bajo el cual fue gestado y desarrollado el conflicto salvadoreño (y cientos de conflictos más del 45 al 90 del siglo pasado en todo el mundo) era un orden muy sencillo: El mundo dividido en dos y cada uno de esos dos con cabezas visibles. Un mundo de "paredes" o "murallas". Y que el nuevo orden mundial de la globalización tiene tres "dimesiones" de poder, a saber: La superpotencia Nación-Estado, que es Esados Unidos; Los supermercados, que son específicamente los grandes centros financieros, NY, Londres, Hong Kong y Frankfurt. O sea, no las trasnacionales sino los "corredores de dinero". Y una tercer categoría a la que llama "el individuo superempowered".

El individuo superempowered ya había dado señales de vida en el S. XX, pero es hasta este siglo, con la masificación del internet, en el que, según Friedman, merece ser tomado en cuenta como factor de equilibrio y poder en el ajedrez mundial. Y es en los albores de este siglo cuando demuestra su capacidad de retar y dañar a la única superpotencia sobreviviente en el sentido estricto de "Estado-Nación". Y obvio, el Estado-Nación tiene una costumbre histórica, de más de 30 siglos, de luchar contra iguales. Y aunque ensayos como las guerrilas salvadoreña, vietnamita, coreana, y muchas más habían dado pistas de cómo serían esas guerras actuales, nada podía preparar el Estado-Nación a luchar contra un individuo. Friedman aduce que la lucha contra un individuo de esos debe dirigirse desde el propio país que le da cierto cobijo. Todas son aproximaciones y el mismo analista lo reconoce.

Jimena lloró bastante con la película. Lloró más de miedo que de tristeza. Esas cosas no son para aprenderlas con la razón, es para entender el sentimiento de frustración e impotencia y saber que sólo la libertad personal es importante. La película es pontificadora por necesidad, pero no abunda en el melodrama. Tan así que Jime supo decirnos, al final de la película: "Papá, sí lloré y me puse triste y todo, pero también, pues... es una película, no?"

Mi trabajo con Jimena es formarla con una conciencia. Una conciencia que incluya la configuración de las tres dimensiones de poder con las cuales tendrá que interactuar, porque yo crecí y fui educado con una mentalidad de "cortina de hierro" y por eso me entretengo tanto con las . Ella llama "Humanidad Mini" a todos sus colegas de edad. Tiene el sentido de pertenencia de vivir en un grupo demográfico diferente, especial. La formación del individuo pasa necesariamente por la identificación y el sentido de pertenencia. Pero nunca como ahora tiene valor (real o potencial) el individuo, la entidad creadora individual, en oposición o contrapeso al rebaño en general.