Según los pilotos, la peor fase de un vuelo no es el aterrizaje, sino el despegue. Cuando aterrizan, el avión tiene ya poco combustible y el peor de los casos es algo parecido a un choque de automóvil. Cuando despegan, ahora todos lo sabemos, los aviones son bombas volantes.
Pero eso no quiere decir que el aterrizaje no tenga sus bemoles. Es todo un caso de estudio para aprendices de Física. La posición y velocidad del avión, la reversa de las turbinas y la presión del freno sobre el tren de aterrizaje. Todo debe coincidir con mucha precisión (meticulosidad). Es el fin del vuelo.
Una pareja de viejos que conozco, en su aterrizaje a la vejez, han tenido un problema con sus frenos. Decía Octavio Paz que las pasiones de la vejez son peores que las de la juventud. Un poco lo mismo del post anterior, más uno mismo. Se han insultado durante años, quizá como parte de sus demostaciones de amor. Ahora se golpearon y, a pesar de lo previsible del hecho (los insultos subían de tono con fuerte intensidad a últimas fechas), el mero hecho de haber roto una barrera que había durado más de 45 años sin romperse, es significativo. Se les siente así, con esa carga de haber "casi" vencido el tiempo.
Esa es la presión más fuerte para los frenos, ir acelerando justo antes del aterrizaje. Eso fue lo que le pasó al avión en el que regresé anoche de Guadalajara, que "se aceleró" justo antes de tomar pista y cuando quiso frenar, nomás no le alcanzaba la pista. Finalmente, obvio puesto que estoy contándolo, sí frenó. Pero se tuvo que detener justo al lado de la pista porque el tren de aterrizaje se desconchinfló. La cabina se llenó de humo y nos bajaron con cierta premura. Ya me había pasado que me bajaran a medio vuelo porque una de las cuatro turbinas se ponchó. También por una "amenaza terrorista". Pero esta vez sí me sacaron un sustito los de Aeroméxico. Que quede este post como queja pública que, al parecer, su personal de vuelo no está preparado para manejar estas pequeñas crisis.