El sueño se hace a diario y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes
Llover sobre mojado, Silvio Rodríguez
Uno de los anti-valores favoritos de la edad post-adolescente es el tedio (no confundir con el nihilismo propio de la generación "Y"). El desprecio del tedio se asocia, también, al desprecio por lo romántico, porque son, básicamente, lo mismo.
Cuando tuve el "torta-de-tamalgate" estaba defendiendo algo en lo que no creía. Pero sí creía. Defender la comedia romántica (en cine joligudense) es un ejercicio similar.
Nunca he comido completa una torta de tamal. No me pasa, ni queriendo bajármela con champurrado. Pero sí creo en todo lo que dije de ella como valor de identificación chilanga. La voz de mi Tara.
Con la comedia romántica me pasa lo mismo, al revés. Yo sé que es basura, clichés, programación del subconsciente colectivo para dirigirlo al vacío consumista. Y me encanta. Tengo que encontrar elementos en ella, no me encantan todas. Compré en oferta el DVD de "The story of us", una comedia romántica que señala tooodos los clichés de una pareja cuando se están separando, después de 15 años de amor con altibajos. Cuando la vimos en el cine, me encantó por una escena en la que él le llama para compartir con ella la emoción de ver derruído el primer departamento en el que vivieron (when we became one, muy romántico y efectista). El cliché es típico, ella está lidiando con una lavadora que no sirve mientras los niños se están matando a pleitos. El tipo se quiere poner romántico por teléfono con los recuerdos (yo también adoro pasar por el primer departamento donde vivimos y sé que pronto será derruído) y ella está vuelta loca con "las cosas de la casa".
El identificar pequeños trocitos de realidad, que he vivido y/o me imagino que viviré es lo que me hace adorarlas. Me confirma que el empeño que puse y sigo poniendo en hacer que mi relación siga funcionando es indispensable. Y me gusta pensar, también, que las relaciones se pueden sostener con y de cosas más simples que los elaborados argumentos existenciales de los culturosos o de los adolescentes aspiracionales a un estadío superior de vida. Que la relación de convivencia puede matar el amor más desaforado y la identificación más plena. Que ambos, el amor arrebatado y la identificación, son efímeros y efectistas, fuegos artificiales.