En The Return of the King, en la versión extendida, hay una escena que no apareció en el "final cut" exhibida en el cine. En dicha escena Gandalf le cuenta a Pippin el porqué de la caída (the decline, el declive) de Gondor: "Miraban más a sus antepasados y menos a sus hijos". Veneraban los logros de sus ancestros y abandonaban a su suerte a sus descendientes.
Edith adoró la escena (yo también) puesto que considera firmemente que es representativa de lo que ha pasado en México (que por cierto nunca ha tenido, en su vida como nación mestiza, grandes logros qué presumir). En México el culto al ancestro, al antepasado, al anterior, es atávico y deprimente. Se considera condición necesaria la vejez y la experiencia.
La década de los 80 trajo a México la moda de la juvenofilia, desdeñada por Milán Kundera como excesiva. Todo debía ser joven o por lo menos aparentarlo. La música infantil sufrió modificaciones por primera vez en 50 años (y no digo que Cri-Cri sea malo) y en general, el mass media impuso eso que más tarde se llamaría "coolness" para no dejar fuera a ningún público.
Pero por primera vez parece que nos estamos empezando a creer la historia del cuento de hadas de que nuestro futuro está en manos de los jóvenes. Mejor dicho, por primera vez, en mis casi 34 años, veo que en efecto, los jóvenes están tomando el futuro en sus manos y no están dependiendo o esperando depender de lo que adultos y viejos hagamos por ellos.
Y más que logros lo que se percibe es una actitud. Aquí en la blogósfera, en un intento de levantar una voz, acabo de ver nacer el proyecto trespuntocero.net donde esos chavos ya no se quedan, como un servidor, nomás mirando a ver qué candidato surge como menos peor, sino que manifiestan ideas que deben ser discutidas en la agenda de las campañas.
y por otro lado está, cómo no, el triunfo de los chavillos de la Sub-17 en el Mundial de Futbol de la categoría en Perú. No hay que escatimar un ápice a ese logro y es importante valorarlo en toda su extensión. Incluso la muy significativa presencia de un jovencito que no es mexicano por nacimiento sino por adopción y por que su padre vivía en México cuando él nació: Giovanni do Santos. El mensaje es claro: abiertos al mundo, aceptando e integrando con gusto y alegría lo mejor que tenga el mundo para enriquecernos (la gente diferente) y sobre todo, creciendo desde niños y jóvenes, es como este país, México, llegará a ser algo más que el patio trasero de Estados Unidos.