Las tendencias sobre el valor de los contenidos en la red cada vez son más claras. El valor de la información (o la información valiosa) no es la "oportunidad" sino la "calidad". Todo mundo sabe, al instante, sobre un terremoto en Cachemira. Pero para entender las repercusiones en el bolsillo de uno, o de los amigos, o de los socios, requiere la opinión de especialistas.
Así pues, los contenidos que "valen" tienden a costar: Archivos históricos de las publicaciones reconocidas, por ejemplo. Ha habido desfases y pifias, como la de El Pais.es que se hizo completamente de paga durante un tiempo para ahora regresar a un esquema mixto. The Economist se ha convertido paulatinamente en "de pago" salvo por un 10 ó 20 % de contenido que deja "de libre acceso" para ser, y parecer, finalmente un sitio público.
Pero lo que llamó más mi atención fue el New York Times que hace tres o cuatro semanas empezó a cobrar el acceso a su área Op-Ed, que era la que, por ejemplo, yo consultaba más. Por supuesto, los editoriales "oficiales" del diario, por lo regular inteligentes pero moderados, siguen siendo de libre acceso, pero las opiniones "que importan" debe uno pagar por ellas. Si a los 20 minutos dichas opiniones ya son reproducidas por todos lados en internet, eso no es tan importante. Lo importante es asignarle un valor a "leerlas por el canal correcto".
En México el diario Milenio se dio el lujo de imitar al clasemediero Reforma en su cobranza porque su barra de "opinadores" es muy cotizada por la clase política de México. Me encantaría saber cuántas suscripciones electrónicas a dicho diario son pagadas por los presupuestos de las dependencias federales, como parte de las partidas de "comunicación social".
Las razones de cada mercado son diferentes. Cuando veo la forma en la que opera mi mercado local no puedo sino deprimirme y corroborar que nos falta mucho para romper nuestra esclerosis social. Aquí no vale tanto pensar como controlar.