Un muy buen nuevo amigo me dijo ayer que es necesario tomar partido entre los únicos dos que, al parecer, tienen posibilidades de ganar la Presidencia de México el proximo año: Andrés Manuel (ahora se usa mucho que en pláticas serias se le diga por su nombre, como si no diciendo su apodo se conjurara su poder) y Roberto Madrazo (Montiel who?).
Con la sorpresa que ha resultado ser Felipillo mis esperanzas han crecido considerablemente para no tener que verme en esa decisión de la que, en realidad, no es fácil (no sería fácil) zafarse si se presentara.
Elegir entre dos opciones muy malas es el escenario más negro que México ha tenido en mucho tiempo, quizá desde 1976 donde, de plano, no hubo de dónde elegir y el único candidato a la Presidencia fue José López Portillo. Si en mayo de 2000 me hubieran hecho una sinopsis (que por corta que fuera hubiera durado días) de todos los errores que Fox iba a cometer en su Presidencia yo de todos modos hubiera votado por él. No estoy arrepentido de mi voto aunque no puedo decir que el actual presidente tiene mi apoyo. Era necesario sacar al PRI de Los Pinos.
Daniel Salinas dice que ha decidido su voto a favor de cualquier candidato (más probablemente AMLO) que compita con Madrazo porque es necesario evitar el regreso del PRI al gobierno. Él habla desde su propia experiencia porque no ha "sufrido" al Peje en carne propia (y claro, está sufriendo la corrupción demencial que el peor PRI acostumbra). Pero AMLO no baila mal las calmadas, el deterioro de la ciudad está muy bien maquillado por las obras bonitas (Reforma y el Centro Histórico están más bonitos que nunca y eso no es poco) pero para los que vivimos la ciudad y la conocemos, el deterioro es patente y muy sintomático en el Metro, servicio público que fue orgullo nacional (y verdaderamente democrático, por el alcance de su uso) pero que representa una apuesta a largo plazo (la inversión en nuevas líneas y el mantenimiento de las actuales, en una ciudad con el suelo que tiene el DF, es costosísimo). Y el largo plazo es algo que no se les da a los políticos. El Metro requiere que las tarifas suban para poder mantenerse y expanderse y se le dejó morir los últimos 8 años de administración perredista. Ahora desplaza a millón y medio de personas diarias menos de las que desplazaba hace 8 años y lo hace con más incidencia delictiva, menos eficiencia, más lentamente y con mayores interrupciones.
A mí me gusta la empresa, la vida de la iniciativa privada, porque mide las cosas. Y las mediciones, si bien siempre son manipulables, son más objetivas que las encuestas que miden la felicidad de los habitantes. A falta de pan, tortillas. Un Gobierno que pudiera dar información sobre lo que ahora gastan en transporte ese millón y medio de personas que ya no se transportan en metro. Que diera información del costo que tiene para la ciudad cada viaje-hombre por cada uno de los medios de transporte. Que, informando, recomendara a sus habitantes las mejores opciones de transporte según sus necesidades de tiempo y costo. Que ocupara los pagos de tenencias vehiculares para bacheo y pavimentación. Que no sacara dinero de una caja para subsidiar otra. Que apostara a largo plazo, que nos hiciera partícipes de la viabilidad de nuestra ciudad a largo plazo.
La campaña de Madrazo es "para que las cosas se hagan" o algo así. El escándalo político de la semana (hay que competir con "Bailando por un sueño") fue la entrevista de Salinas en Televisa. Ver a Salinas ser entrevistado y no contestar nada sino decir lo que el tipo quería decir, lejos de maravillarme, me pareció un patético viaje al pasado, a un México que ya no quiero que regrese. A un México donde sólo el gobernante sabe lo que es bueno para nosotros (y que en realidad no lo sabe). Pero, oh paradoja!, AMLO es exactamente igual en las entrevistas. Contesta lo que quiere contestar, y dice lo que quiere decir. El interlocutor, sus preguntas, las preguntas de todos nosotros, no importan. Si ese es el precio de que "las cosas se hagan" yo creo que algo estamos planteando mal.
Ese mismo amigo me dice que uno, en lo personal, define los objetivos que tiene y que a partir de eso lucha por conseguirlos. El mismo que me dijo que me tendría que rendir ante la evidencia de los pésimos candidatos para el próximo año y tendría que escoger "al menos malo". No, no quiero escoger al menos malo. Soy solamente un voto, un sesenteavo de millonésimo de los posibles electores. No puedo ni quiero ser responsable entre elegir a un ladrón infinito que arrasaría con lo poco que queda del país (por ejemplo, sacar la "reforma energética" y malbaratar Pemex como malbarataron la banca) y un inepto (o miope) que piensa que regalando dinero es como vamos a conseguir que este país deje de ser subdesarrollado. Ninguno de los dos. Sencillamente, entre esas dos opciones, no quiero ninguna.
Pasar de largo, cruzar los brazos