A pesar de ser compañeros de blog-generación y de haber intercambiado cordiales links desde esa lejana bloginfancia, reconozco que me costó trabajo aficionarme al blog oficial de Salvador Leal.com. El primer hilo conductor fue que somos vecinos de barrio, aunque él vive en el extremo poniente del mismo y yo en el oriente (y el es originario y yo migrante y él es católico y yo ateo y el es galán y yo feo y él es joven y yo viejo y él es ITAM y yo UIA). En fin, podía parecer que somos, de alguna forma, parecidos: Clasemedieros wannabes algo agringados. Pero no, ni él ni yo somos eso, y, por supuesto, no solamente somos algo parecido a eso.
Su post sobre la forma en la que dejó la Congregación de los Santos Champús me confirmó lo que he venido aprendiendo el último año de lectura mucho más atenta de su blog: Salvador está creciendo, apenas, y será un tipo, algún día, con fuerte influencia en México. Tiene el ingrediente principal: Inocencia.
Salvador cree en el mundo y cree que el mundo es mejor y continuará siendo mejor. Cree que él trabaja para hacer un mundo mejor y que su trabajo rendirá frutos visibles, tangibles y, claro, disfrutables por él mismo. No es una inocencia desinformada, de la que se confunde con pendejez. Es una inocencia deliberada y descarada incluso, es la inocencia que dice, si supiera decir malas palabras: Pinche destino, por más culero que te veas, me la pelas, no existes.
Hasta en las formas se refleja esa inocencia. No encontrarán una frase como la anterior en su blog (no hay muchas en este tampoco, pero sí ha habido algunas). Salvador es un predicador y de los mejores, porque predica con el ejemplo. Marista hasta la médula, tiene la agringada certidumbre de que, si tiene un destino, sería un destino manifiesto que lo hará participar, y mucho, en México. Entiéndase, será famoso e influyente por su propia obra, por su propio trabajo y no por ser conocido o protegido de este u aquél.
Cierto, su estilo de bloguear ha sido dificil de digerir, es un tipo engreído, poco o nada tolerante a la intromisión en su vida (no ha sido nunca de tener muchos comentarios, ni de participar en blogfights más allá de la que, muy sutilmente, tuvieron él y Semidios en la 2a. temporada de Big Blogger por ver quién era el más carita) y también ñoño, como le encantó autodefinirse al principio de su blogvida. Si bien mucha gente piensa que su blog no era personal sino una construcción bloguera de la Marca Registrada Salvador Leal yo disiento por completo (incluso él piensa eso). A mí me parece que todos, en tal caso, somos una construcción alterna de nosotros mismos en los blogs. Lo único diferente en el caso de Salvador es que él registro su marca.
Y las marcas se registran solamente para una cosa: Para ganar dinero.
Desde aquí la familia Sámano Solís te desea el mayor de los éxitos en tus empresas futuras por las que dejas este genial vicio de bloguear y esperamos, desde ya, que el éxito te deje regresar a este tu, estoy seguro, hobbie -top 5- favorito.