lunes, septiembre 05, 2005

Karma y otros espejismos

Katrine ha sido ya calificado por Al-Qaeda como un castigo justo para Estados Unidos. O por lo menos eso dicen que dice una página web. De verdad hay que ser idiotas para pensar que los pobres damnificados del Katrine son los que tienen la culpa de la pésima conducción política de los Estados Unidos.

O también se ha dicho que Katrine es parte del castigo de la naturaleza hacia Estados Unidos por no cumplir con el Protocolo de Tokio. O es un castigo por los altos precios del petróleo con los que han especulado sin cesar.

Nadie ha dicho que una ciudad cuya altitud promedio con respecto al nivel del mar es de 4 metros por debajo y que está en una zona donde hay una cierta probabilidad de que pasen huracanes estaba poco preparada para un desastre de esta magnitud. Pocos han dicho (hoy lo dice Krugman en NYT - requiere registro-) que algunos de los mejores recursos de rescate y salvamento están del otro lado del mundo, en el Golfo Pérsico, vacíos, sin uso.

El fundamento ilusorio principal sobre el cual está constituida la sociedad norteamericana es la meritocracia: "You get what you deserve". Hace menos de una semana el tema saltó a la mesa en el blog de logovo. Comentaba yo ahí, con logovo, que la meritocracia gringa no es tan fácil de discutir y es, con mucho, más real que en otras partes del mundo, incluída la adorada Europa. En México ni hablar, aquí es casi imposible salir de "perico perro" si no eres amigo de "alguien". Si bien es cierto, logovo apunta el valor nefasto del corolario de la meritocracia: si no tienes o eres, es porque no lo mereces.

El amiguismo, como ente opuesto a la meritocracia, también ha existido siempre en Estados Unidos. De alguna forma han estado balanceados ambos factores, pero la administración Bush ha hecho que el amiguismo crezca enormemente y lo ha hecho, necesariamente, en demérito de la meritocracia. Ninguno de los dos esquemas es "necesariamente bueno" y ambos se basan en valoraciones que la mayoría de las veces son subjetivas. Es un duelo entre Aquiles y Ulises, donde uno gana porque sabe correr más y otro merece ganar porque puede correr más.

La crítica al amiguismo pasa por alto un factor fundamental: La confianza. Tener confianza en alguien a quien no se conoce pero cuyas "calificaciones" han sido impecables a lo largo de su vida ha probado ser una excelente fórmula para fracasar en muchas experiencias empresariales que a mí me ha tocado ver. Lo mismo el amiguismo, sin duda. Pero confiar a ciegas en quien no se conoce es un deporte de muy alto riesgo. De tan alto riesgo que, como tendencia empresarial, se practica un poco menos.

Sin embargo, si un país que impone tendencias, como lo es Estados Unidos, deja de practicar la meritocracia sin que los valores de ésta se hayan diseminado por el resto del mundo (como sí se diseminó la democracia y los derechos humanos) es harto preocupante. El mundo está demasiado lleno, somos demasiada gente y hay demasiadas cosas por hacer como para sólo poder confiar o hacer uso de gente a la que conocemos. Si bien Fox pecó de inocente al rodearse de gente que le dijeron que era capaz y no era gente de su confianza, el otro extremo, el del amiguismo (con puñalada en la espalda incluída) fue el que nos sumió en el subdesarrollo en el que vivimos, y son por cierto las prácitcas favoritas tanto de AMLO como de Madrazo.

El peor daño que está haciendo Bush, no sólo a Estados Unidos, sino al mundo, es minar o de plano negar el valor de la meritocracia: Solo ha ayudado a sus amigos. Los miles de muertos de New Orleans sin duda deberán estar en su conciencia.