lunes, mayo 23, 2005

Polemizando

En "La vida y sus encantos" una bióloga dejó constancia de su posición respecto al aborto, ambigua como la de muchos, casi todos nosotros. Deliberadamente dejé una opinión ambivalente en su tag, provocadora, casi retadora. Digo que deliberadamente puesto que sabía que una científica no podía dejar de responder una argumentación lógica. No lo hizo, respondió. Y su respuesta mezcló a la persona con la científica.

No puedo pretender dejar la opinión definitiva respecto al aborto. Pero hace tiempo, en los foros públicos de Letras Libres, tuve una discusión de enormes y excelentes proporciones (no por mis aportaciones, por cierto) respecto a ese álgido tema. Yo soy, por mi naturaleza liberal, pro-abortista. Pero hubo una línea de argumento durante el debate que me movió hasta mis cimientos más básicos de valores y creencias:

Yo creo en la Lógica. Lo que no es lógico, yo no lo creo. La Lógica tiene un conjunto de reglas muy bien establecidas y, quizá, lo reconozco, demasiado "determinísticas" (sí, reconozco que la palabreja es un barbarismo, no encuentro otra). Pero a falta de moral (no reconozco para nada la moral, me parece una estupidez, un instrumento de control, una barbarie), me ha servido para entender la convivencia social.

Yo creo en la libertad. Ya alguna vez, uno de esos test baratos que pululan en inernet me describió, creo yo, bastante bien. Soy completamente "anti-totalitario". Y si bien la libertad es una idea dificil, yo creo que "instintivamente" la sigo bastante bien, bastante de cerca.

Pero mis resabios de formación, cultura, educación y sociedad católica me decían que sí, que finalmente el aborto es algo genéricamente malo. Es decir, que no debería usarse el aborto como "método anticonceptivo" así, como si nada. De ahí en fuera, enfermedad, violación, pobreza, todos, cualquier motivo, me parecía suficiente para tolerar el aborto.

Porfirio Miranda, un intelectual de Derecha mexicana con gran poder analítico, destrozó esa creencia mía con la mano en la cintura: "Si la lógica nos rige (y algo tiene regirnos, seamos o no creyentes), el aborto es una situación binaria, o se permite bajo cualquier circunstancia (incluso como método anticonceptivo) o no se permite bajo ninguna. ¿Porqué?, porque si bajo alguna, cualquier circunstancia NO se permite, se reconoce entonces que lo que se está protegiendo es algo. ¿Qué se está protegiendo? una vida".

Las normas sociales, el Derecho, tienen en "la vida humana" el valor fundamental, supremo. Somos insectos, la idea es que nos reproduzcamos, que "sobrevivamos". La vida humana es, pues, "paramount" ante cualquier conflicto. Si no lo fuera, si la vida humana no fuera lo más importante, muchas cosas deberíamos cambiar. Pero sí lo es, es lo que somos. La vida humana es tan importante, que el hecho de que un humano quite la vida de otro no se debe castigar con la vida del culpable...

Planteado así el dilema, en pura Lógica (la ética ni siquiera ha intervenido en dictaminar si es bueno o malo que la vida humana sea un valor supremo), el aborto ES binario. Pero aún hay salvación para nosotros los proabortistas. Si permitimos el aborto en cualquier circunstancia es como reconocer que el feto no es una vida por sí mismo. Más allá de la perspectiva científica que pueda determinar categóricamente si es a los 6 o a los 8 meses que el bebé puede terminar de sobrevivir sin estar dentro de la madre, la lógica nos diría que aquello que depende (al momento que sea) de otro ser vivo para seguir vivo no es una "vida humana" en sentido estricto.

Es así pues, como con todas las reservas del caso y opinando como un ser que pertenece a una especie (o sea, más allá del discurso de género) y que opina desde la más rudimentaria de las lógicas, desde ese día me proclamé completamente proabortista. Es rudo, y duro, pero sólo a partir de esas decisiones (considerar todas las implicaciones de mis ideas) es que yo entiendo el "ser libre".