martes, julio 20, 2004

WOMS goes briton with sombrero

General opinion's starting to make out that we live in a world of hatred and greed - but I don't see that - seems to me that love is everywhere. Igniting laughter, wreaking havoc, breaking hearts, daring commitments, forcing choices, catapulting spirits, forging inroads, creating risks-extatic, exciting, unexpected, unwelcome, inconvenient, inexplicable, inelegant, unequalled.
 
Love actually is all around
 
Así empieza esta película que se ha convertido en mi Biblia personal.  Mi afición por Britain es añeja. Me gusta su cultura popular. Sus mitos y leyendas. Mucha gente los desprecia por lo duros que fueron cuando dominaron el mundo (dureza que los gringos han sabido hacer crecer), pero eso es historia antigua y creo que bien conviene aprender a perdonar ofensas que fueron a nuestros antepasados (o en nuestro caso latinoamericano, salvo Argentina, no existió tal ofensa) y mirar lo que son los pueblos ahora. Durante una escena de esta película, disparatadísima por cierto, el Primer Ministro británico dice que los Estados Unidos ya no obtendrán todo lo que quieran de Gran Bretaña y que en adelante la relación entre los países ya no será tan automática.  Dice que puede ser que sean un país pequeño (imagínense, un "país pequeño" la otrora orgullosa Gran Bretaña), pero que también son el país de Shakespeare, de Churchill (whatever that means) y de ¡Harry Potter!
 
Sí, la cultura pop británica rulz. Los últimos 40 años han producido las mejores y más trascendentales obras del arte popular. Por eso quiero vivir en Londres, para saber qué es lo que tiene el aire británico que produce sin cesar buenos músicos. Ok, no sé si buena música, pero sí música de mi gusto.
 
La película de referencia tiene ocho o diez pequeñas historias de amor entrelazadas. La mayoría de ellas con un clímax feliz y sólo una historia de desamor. Es una demostración de la vida que da el amor, de los varios momentos en los que el amor aparece y desaparece de nuestras vidas. Desfilan por la pantalla prácticamente todo el repertorio principal del star system británico: Hugh Grant, Emma Thompson, Alan Rickman, Liam Neeson, Colin Firth y un largo etcétera. No es, de facto, una película, sino una declaración pública de la industria fílmica británica sobre una visión.  Los directores y guionistas de Bridget Jones Diary (que me gustó más o menos) y Nothing Hill (que no me gustó nothing) hicieron  esta película que trasciende el mero negocio fílmico y, de hecho, se convierte en declarativa: "Creemos en el amor del mundo, creemos que el amor lo puede salvar y, de hecho, lo salva todos los días". Obvio que no sólo el amor de pareja, sino amores que van desde lo porno hasta lo filial. Todo tipo de amor, platónico, prohibido, gozoso y terminal.  Los mismos tipos de amor, que, si se fijan, llenan la blogósfera también: DuVeth y TT, Homero y Mague, Chango y Ju, Dalusk y Don Perro, Shered y Oruga, Fab y Mozzy, y muchos otros más escondidos, algunos prohibidos, otros platónicos.
 
No es la primera vez que los trabajadores del entertainment británico comienzan una ola de este tipo: Band Aid, en 1984, completamente declarativa, catalizó la preocupación e instinto de supervivencia y se convirtió en un éxito de buenas proporciones. De dominadores del mundo, los británicos están ahora convertidos en la conciencia light de los americanos. Nada que ver con "poder tras el trono", pero sí una especie de "Campanita" de PeterPan, o Pepe Grillo de Pinocho. Pero esta declaración, espero, es aún más trascendental que el muy importante fin de acabar con la hambruna al sur del Sahara. Darnos cuenta de que construimos a partir de un estado en el que podemos darnos cuenta y meditar hasta la náusea sobre nuestra situación sentimental es una conciencia indispensable.
 
 La conciencia deviene felicidad. La desesperanza es de los que no saben mirar atrás ni adelante.