El tango es una música extremadamente difícil de digerir. Por lo menos a mí me ha costado mucho trabajo. Pero Cambalache es un tango que me gusta bastante. En mis incursiones al Buenos Aires nocturno descubrí, con gran sorpresa, la profunda dicotomía de la nación argentina, entre el orgullo porteño y la sencillez "folclorista" (hablando musicalmente). Una de las varias naturalezas argentinas es esa división.
Cada argentino tiene algo (o mucho) de bipolar. Sueñan con ser lo que fueron (europeos, potencia mundial) y sueñan con ser lo que son (un lugar magnífico para vivir). Son un pueblo dificil, los adoras y los odias al mismo tiempo. México ha tenido una relación dificil con ellos. Los dos somos pueblos con personalidad específica, muy característica. Hay una gran comunidad argentina en México que, además, ha sido muy reacia a integrarse plenamente (como sí ha pasado con la chilena o española, por ejemplo). Son, en su mayoría, prepotentes y pesados. Pero también, superando eso (poniéndolo de lado, dándoles su avión) excelentes conversadores, amigos, etc.
El entrenador de nuestra Selección de futbol es argentino: Ricardo Antonio Lavolpe. Lleva 25 años en México y sigue hablando con marcadísimo acento argentino. Antier se le pudo partir el corazón. Nunca habíamos derrotado a Argentina en futbol en torneos oficiales y contando partidos amistosos, llevábamos 14 años sin ganarles.
Pero el siglo XXI trajo el cambalache. El tango sonó con mariachi. Por fin, el sábado, le ganamos a Argentina. Salud con tequila, guarden el fernet!