De TJ me faltó aclarar algunos puntos (gracias Ju por refrescar la memoria, ya lo he dicho me dejó "grogui" la experiencia):
- La luna casi llena sobre la sierra de Otay que se veía preciosa, justo frente a mi habitación en el piso 27 del Grand Hotel Tijuana.
- La fauna en el Zacas y en el Villa (así se llamaba ese antro Ju?), tan atípica de mi vida diaria, tan "experiencia diferente". Me pregunto si Manuel buscaba esa experiencia cuando me citó para vernos en la Torre Mayor en el DF y echarnos un bistec malísimo y carísimo ahí.
- La música en el Zacas, ya lo dije, pero merece énfasis. La música correcta para el lugar post-decadente, rock mayoritariamente anciano.
- Tequilas asombrosamente bien servidos en el Zacas.
- Café asombrosamente bueno en Carl's Jr.
Y prosiguiendo donde me quedé. El chofer del van se pasó de la salida donde le correspondía dejarme en el freeway (lógico, me lo habían advertido) y en Estados Unidos perder una salida del freeway es perder media hora. Me botó en un Quality Inn que encontró como mejor pudo cuando le dije: "tú déjame en un hotel y yo ahí busco un taxi". Obvio, llegué al lobby del Quality Inn (que son hoteles casi casi de autoservicio) y con trabajos entendían para qué diablos yo podía querer un taxi siendo que ni alojado estaba ahí.
En ese momento me cansé de vivir mi experiencia marginal y con mi Blackberry conseguí el teléfono de La Costa, el resort con cancha de golf PGA donde fue la conferencia motivo principal de mi viaje. También conseguí que el concierge del lugar me enviara un "shuttle" al lugar donde estaba, que resultó ser un modesto Mercedes E320. Sí, todo un sube-y-baja clasemediero y cliché.
De la Conferencia, dos sucesos importantes que, sumados a la experiencia tijuana, me provocaron la reacción que comenté de egocentrismo. Conocí y compartí una muy agradable charla y cena con logovo, uno de las más... veteranas y cercanas bloguitas que "ciberconocía". Ella ya narró sus memorias del encuentro, yo no puedo ser tan explícito porque nunca recuerdo eventos puntuales de las cosas en su orden normal, sino solamente sensaciones, ambientes, y por otro lado, su relación puntual está muy bien hecha. La sensación que yo tuve fue la misma que me da leer su blog, pero magnificada por el ambiente y los demás sentidos involucrados: "coolness". Una amiga suya así la describió: "no tiene problemas". Es casi una monje budista. Eso sí, bastante pervertida y con desviaciones y hábitos muy extraños, lo que la hacen una monje muy especial. Pero, además de muchas cosas que se perciben de ella, lo que destaca por sobre todo es una capacidad de empatía, de comprensión de las cosas humanas así, en general, que diría yo es casi sobrenatural. Siempre es genial conocer gente así.
Y la otra, que ocurrió al día siguiente fue que gané un pequeño concurso que se organizó entre los asistentes de cómo vender mejor nuestro producto. Le ganamos a gringos, europeos y asiátcos por igual. Éramos parte de un equipo variopinto latinoamericano: una venezolana, un colombiano, dos mexicanos y un puertorriqueño. Pero debo agregar, sin falsa modestia, que mi participación en dicho concurso fue la decisiva para ganar, yo hice la presentación, diseñé la estrategia y construí el caso de negocio. Y ganar así, un pequeño concurso con tanta gente de todas las partes del mundo, fue bastante gratificante para mi ego.
El regreso a TJ ya no tuvo nada de especial, salvo confirmar lo que Jordi Soler dijo en Letras Libres hace tres meses: Para los gringos México no existe, lo que existe es el "South". A menos de dos millas de la frontera, los letreros en el freeway no te dejan saber que estás por llegar a la orilla del mundo.
Y después vino Vallarta. Jalisco es lo más mexicano de México, creo yo y ratifico mi creencia después de conocer un lugar lleno de extranjeros, no solo turistas sino residentes, que de todas formas no puede dejar de oler a México en cada rincón, en cada callejón, en cada piedra de la playa. Y la hermosa oportunidad que tuve de compartir con Jimena un poco de todo lo que no habíamos podido compartir en 2005, nadar con delfines, sentir el mar en las piernas, caminar y pelear por el tipo de comida que nos tocaba, jugar en la alberca sin saber nadar. Además Jime tuvo la oportunidad (ellas llegaron un día antes) de ver ballenas en alta mar, cosa que a los 7 años debe ser una experiencia única.
Han sido días extraordinariamente buenos en mi mente y mi corazón. No tengo forma de explicar lo bien que me he sentido de poderlos vivir y de ser tan afortunado con la vida. No puedo evitar pensar que no merezco esto y al mismo tiempo no me importa mucho no merecerlo. Ser solo, ser familia, ser pareja, ser profesional, cubrir tanto, de forma intensa, en tan pocos días, ha sido un regalo genial por inesperado y por denso. Vida en presentación de alta densidad, concentrado de vida. Hoy más que nunca, tanto como siempre, gracias a la vida.